"Los siete saberes necesarios para la educación del futuro": una mirada desde la perspectiva y las políticas educativas.
¿Cuál es el impacto de los conceptos planteados por Edgar Morin en su obra?.
Hablar de cifras e indicadores educativos para una revisión profunda y una proyección de políticas públicas es fundamental. Tanto para para su análisis y diagnóstico como también para transformar e impactar a las futuras generaciones. La educación vista como un proceso de formación, no solo tiene su impacto en lo académico, sino que se vuelve una herramienta de transformación social, que sin duda tendrá su impacto en las comunidades y sistemas de poder o de toma de decisiones. Para Edgar Morin, en este sentido la propuesta en su opúsculo no solo es un análisis crítico de la educación, sino también una invitación a reflexionar y replantear las prioridades políticas contemporáneas considerando los entornos globales.
Los indicadores educativos son clave de desempeño, se centran en las métricas cuantitativas, sin embargo, los principios de Morin subrayan la importancia de la educación integral, que va más allá de las calificaciones y la formación técnica o pedagógica, es decir, no se debe de limitar o reducir a la educación solo al espacio en donde se forma, sino en todo su entorno social en donde se desenvuelva. A ello, hay que sumarle que la tecnología y los medios digitales hoy en día los tenemos en la palma de nuestra mano, esto potencializa el conocimiento.
En ese impulso del conocimiento Morin, menciona sobre las cegueras del conocimiento el error y la ilusión que impide comprender los problemas en su totalidad tales como el error de percepción y el error intelectual, por ello, propone que la educación fomente un pensamiento crítico y la capacidad de enfrentar lo incierto, con la cual permitirá la identificación de los orígenes del error, de la ilusión y por ende la ceguera.
Las políticas públicas a nivel nacional generalmente ignoran la interconexión, priorizando agendas a corto plazo que sólo enfatizan a una parte de la población o bien una región, no se enfocan a lo global no hay una conciencia planetaria, en la que sean capaces de entender que el destino de una nación está intrínsecamente ligado al bienestar del planeta y de toda la humanidad.
El autor resalta sobre los principios de un conocimiento pertinente, la importancia de un conocimiento que reconozca la necesidad de información clave concernientes al mundo, así, una educación que enseñe a comprender la complejidad permitiría formar ciudadanos no solo en su ámbito local, sino, los hará capaces de diseñar políticas integrales, holísticas y sostenibles, superando las soluciones parciales “La educación debe favorecer la aptitud natural de la mente para hacer y resolver preguntas esenciales y correlativamente estimular el empleo total de la inteligencia en general”.
Ahora, adoptar un enfoque más holístico en las estadísticas educativas no solo nos podrían ayudar a visualizar nuestro entorno, podríamos medir el impacto de los diferentes conceptos de las diversas áreas del conocimiento, ver el error y la ilusión para así plasmar posibles alternativas ante problemas complejos y desarrollan habilidades de pensamiento crítico y colaborativo en lo global.
Morin pregona una educación que reconozca la complejidad de la condición humana, en todos los sentidos “conocer lo humano es, principalmente, situarlo en el universo y a la vez separarlo de él”. Hay que tener en claro los objetivos, por ello, no es posible plantear una política sin datos o de situaciones conscientes de lo humano, tener claro que se debe partir del bienestar común, el individuo dentro de la sociedad, es decir, una relación triada entre el individuo, la sociedad y la especie. Para así tener un este enfoque permite fomentar una humanidad más solidaria y respetuosa.
La idea es, que la educación debe preparar a los estudiantes a partir del entendimiento de su propia condición como seres humanos, para así poder impactar en lo global, en el que se pueda y logre desarrollar sus habilidades tanto en lo personal como en lo social hasta alcanzar su máximo potencial. Para ello, es importante que las políticas públicas estén basadas en la justicia social, el fortalecimiento del tejido social, la paz, la equidad, el cuidado y la promoción de la salud física y mental, que permitan de manera integral un desarrollo social tan importante como su impacto en los indicadores socioeconómicos. La educación debe enseñar cómo afrontar la incertidumbre, para así formar seres humanos líderes que no busquen imponer soluciones absolutas, sino que sean capaces de adaptarse, dialogar y construir consensos en entornos cambiantes.
Pensar las ideas de Morin, no solo implica o visualiza un cambio en las metodologías educativas, sino también una propuesta que pueda generar un modelo educativo bajo las necesidades de un mundo global en el que priorice la comunicación, la justicia social y la sostenibilidad como pilares fundamentales de un futuro (no lejano), pero sobre todo humano. Sabemos que sin la educación no es posible transformar el mundo y es un desafío para los gobiernos y para las autoridades educativas lograr que quienes acuden a un centro escolar desarrollen las habilidades y conocimientos para ser un buen ciudadano del mundo.
Finalmente, Los siete saberes necesarios para la educación del futuro es un libro que nos habla sobre educación, es una invitación a la reflexión para reconstruir o configurar las bases de una educación global, humanista y solidaria.
La invitación a continuar leyendo el libro queda abierta, hagamos nuestra parte, leer nos ayuda a ejercitar nuestra mente, alimenta nuestra imaginación con la cual se puede generar ideas, mismas que podemos aplicar en el día a día.
José Arriaga
Universidad Autónoma del Estado de Morelos