José Antonio ahorra y espera recibir la pensión del Seguro Social.

José Antonio Crispillo trabaja desde hace 17 años como chofer de taxi, y aunque señala que ya quisiera dejar el volante para disfrutar la vida junto a su esposa, refiere que no puede dejarlo porque tiene que cumplir con los gastos en su casa.

Tiene 72 años de edad, y aunque ya recibe su pensión de la tercera edad, dijo que el dinero no alcanza, pues diariamente necesita al menos 300 pesos para el combustible del vehículo.

Afortunadamente tiene su cartera de clientes y diariamente brinda el servicio de taxi a cinco personas en la mañana, más lo que realiza en la calle.

Comentó que por su edad, y por una lesión que tiene en la columna, no puede trabajar todo el día. Por eso, su jornada laboral termina a las dos de la tarde y descansa los domingos.

"Si no trabajo, no puedo comer. Ya me dan la pensión de la 4T, pero es poco. Gracias a esta administración de Margarita González me están ayudando para recuperar mis semanas cotizadas, porque durante años trabajé en empresas y espero que dentro de unos meses ya pueda recibir la pensión del seguro social, pero tengo que seguir trabajando para pagar los gastos y el seguro del taxi".

Antonio es padre de tres hijos, quienes terminaron sus estudios profesionales, y aunque lo apoyan con los gastos, dijo que le gusta ganar su propio dinero, por eso no deja el taxi.

El entrevistado hace base en los andenes del mercado Adolfo López Mateos y también recorre otras colonias de Cuernavaca en busca de clientela, pero desea poder dejar el taxi y disfrutar la vida con su esposa, quien desde hace tiempo ha soñado ir a la playa.

"Vamos al día, tenemos años que no salimos. Mi esposa quiere ir a la playa y no la puedo llevar ni a Teques, porque tenemos que ahorrar; espero que ahora que reciba la pensión del seguro social ya estemos más tranquilos, poder dejar el taxi, y disfrutar la vida que nos queda. Ojalá ya pudiera dejarlo porque quiero tener una vejez digna, con salud, y para eso me tengo que cuidar".

Su esposa trabaja en el INEA desde hace 20 años, pero no tiene contrato, por eso, refirió, nunca le dieron ni seguro social ni prestaciones.