"Las ciudades tienen la capacidad de proveer algo para cada uno de sus habitantes, sólo porque, y sólo cuando, son creadas para todos"
Jane Jacobs
En los últimos dos artículos hemos entendido que la ciudad se aborda desde el territorio y desde lo colectivo, sin embargo, el territorio y lo colectivo se complementa con el sentido de lucha, y con lucha me refiero a que el bienestar común del colectivo es una constante lucha por hacer la paz.
La ciudad, en muchos casos de Latinoamérica, se parece más a una distopía social que a una ciudad próspera. México es el claro ejemplo de que sus ciudades fallan contantemente. En algunos casos hay ciudades tan fallidas que todo su sistema colapsa. Por ejemplo, el caso actual de Culiacán, Sinaloa. Una ciudad gobernada por el narcotráfico y que hoy en día está bajo el fuego de enfrentamientos entre grupos delictivos. No es coincidencia que esto suceda en México, desgraciadamente llevamos años y años de corrupción que afectan directamente a la población. La verdadera pregunta que debemos cuestionar es ¿cómo llegamos hasta este punto? ¿en qué momento México se volvió una zona de guerra?
Podríamos pensar que todo es culpa del gobierno y el narcotráfico, pero no es así, la culpa es de todos nosotros por no exigir, desde nuestra trinchera, un mejor México, una mejor ciudad y por el derecho de esta.
No me atrevo a decir que exista una solución para el cambio social que necesita nuestro país, pero algo de lo que estoy muy claro es que el urbanismo y la arquitectura juegan un rol sumamente importante, y el trabajo que nosotros realizamos como arquitectos es siempre por el bien de nuestra comunidad. Por eso tengo la clara convicción que el arquitecto está en una lucha constante desde la trinchera por querer hacer un cambio. Algo bastante agradable es que al hacer el bien o las ganas de ayudar atrae una marea de personas, colectivos, ONG´s, e iniciativas por la ciudad que todos queremos.
Exigir una ciudad con espacios públicos, educativos, hospitalarios, de trabajo, de servicios básicos, de transporte, de seguridad, es la clave para que muchas personas no caigan en la tentación de hacer el mal, no quiero decir que esto sea la solución, pero sí estoy consciente que el problema que hoy se percibe en nuestro México se debe atacar desde la raíz, es decir, desde la cultura y la educación, porque sin duda será más complicado para el crimen organizado reclutar jóvenes con valores y, sobre todo, felices por lo que tienen y hacen.
DESDE LA TRINCHERA es el concepto que necesitamos. Desde la trinchera es sinónimo de identidad, lucha y bienestar común.