En la construcción es común encontrar una variedad de materiales con infinitas posibilidades para el diseño, algunos más tecnológicos que otros. Sin embargo, hoy en día, el desarrollo de nuevos materiales se centra en encontrar soluciones de bajo impacto ambiental, materiales que llevan a la arquitectura a ser innovadora. En el mercado vemos materiales que tienen la capacidad tecnológica de adaptarse a climas y orientaciones sin la intervención del ser humano, muchas veces es hasta impresionante su funcionamiento.
A pesar de que la arquitectura contemporánea se está orientando hacia un diseño más propositivo y espectacular, no debemos perder a la arquitectura arcaica. Esta arquitectura pensada desde el contexto, la tierra, lo natural, lo cultural, y no en solo resolver un problema, sea como sea.
Los mejores ejemplos de lo comentado anteriormente lo hallamos en la arquitectura vernácula de las comunidades más aisladas de los centros urbanos. Son, por lo regular, arquitecturas que sintetizan sus procesos constructivos en la naturaleza de su contexto; materiales provenientes de la tierra, barro y piedra, por lo regular, pero también de los bosques con sus maderas resistentes a las inclemencias del clima.
En lo personal, el uso de materiales naturales es esencial en mi proceso creativo, pero es aún más importante dejar el material aparente, es decir, visto tal y como es la fabricación de éste. Creo firmemente que el material en sí es bello, tiene su propia vida y esencia. Se me hace un rotundo error tapar el material ya sea con repellados, pinturas, o peor, cuando los materiales industriales quieren imitar un material natural; es una atrocidad.
La arquitectura de nuestros tiempos está perdiendo poco a poco la esencia del territorio de lo cultural y del alma del material. Hay que tener en cuenta que la historia de la arquitectura se remonta a los materiales regionales y es gracias a eso que siguen ahí sus estructuras.
No debemos dejar que la arquitectura tome un camino superfluo, de moda, algo temporal. La arquitectura en sí debería ser atemporal y eso solo se logra entendiendo desde la raíz el lugar y su cultura donde se emplaza.