El reloj digital de la sala dos marcaba las 9:00 horas con 54 minutos, cuando la juez Guadalupe Flores Servín preguntaba extraoficialmente a la abogada Ceferina Ceballos García si conocía las técnicas de litigación, lo cual ella de forma seria, con toda propiedad y fingiendo ser dueña de la situación, dijo: “Claro, se trata de un juicio oral ¿no?”.
Todavía no iniciaba la audiencia pero la litigante insistió que sí conocía el sistema adversarial, así que llegó la fiscalía minutos después de que los imputados, los hermanos Adrián y Javier Agón Magno, dispuestos a escuchar la teoría del caso de su defensora, así como las pruebas que iba a presentar y cómo iba a contrarrestar la acusación de la fiscalía.
Apenas hacía uso de la palabra el agente del Ministerio Público cuando la abogada quiso interrumpir, rompiendo con ello el protocolo que establece el Código Procesal Penal, que señala que primero el fiscal tiene que anunciar las pruebas y testigos que presentará en el juicio oral, y después se le da el uso de la palabra a la defensa.
“Señoría no tenemos la carpeta, no sabemos de qué prueba habla la fiscal”, afirmaba la abogada y su auxiliar Óscar Vargas.
La juez detuvo la audiencia, puso su mirada al frente, vio a los abogados y preguntó nuevamente, pero ahora sí de manera firme y estruendosa:
- ¿Abogada, conoce el nuevo sistema?
- Sí su señoría, sí lo conozco pero no conozco la carpeta.
La litigante desconocía que antes tenía que acreditar su personalidad jurídica y pedir una copia de las actuaciones hechas por la fiscalía para entonces preparar su teoría del caso, y anunciar sus pruebas en la audiencia de ayer, o en su momento dado, pedir que no se aceptaran peritajes si estos tenían errores o violaban las garantías de sus defendidos.
El colmo fue cuando el auxiliar de la defensora arrebató el uso de la palabra para intervenir, por lo que la juez lo regañó diciéndole que antes de hablar, la juez tenía que indicárselo, además de que él era el auxiliar, no el abogado defensor.
El desaguisado hizo recular a la abogada, que insistía en que quería presentar pruebas en favor de sus defendidos, a pesar de que la etapa procesal para ello es en el juicio oral.
Ante esa nueva prueba de la ignorancia de la litigante, la juez convocó de nuevo al orden.
Flores Servín no hizo valer su facultad de designar en ese momento a un defensor de oficio para no perjudicar las garantías de los dos detenidos, pero sí preguntó si deseaban posponer la audiencia para hacer una correcta defensa. Fue cuando la litigante se acercó al escritorio para hablar en el micrófono, diciendo “sí señoría, dennos por favor al menos una semana”.
Eso provocó el desorden, pues los familiares de los imputados, desde sus asientos, gritaban que mejor les dieran 15 días, como si se tratara de un programa televisivo de concursos.
Molesta, la juez observaba la sala como buscando poner el orden, hasta que todo se calmó, pero minutos después, cuando comprendió que lo mejor era dar por concluida la audiencia, anunció, “se pospone la audiencia y se cita a otra dentro de 15 días, es decir, para el próximo 4 de marzo, también a las 11 horas, en la misma sala”, concluyó la juez y abandonó el lugar.