Al frente del contingente universitario destacó la presencia del rector Alejandro Vera Jiménez, quien con la bandera nacional en mano inició la marcha acompañado de su esposa María Elena Ávila de Vera; del secretario general José Antonio Gómez Espinoza; del secretario de Extensión, Javier Sicilia Zardaín; de la secretaria académica, Patricia Castillo España; del secretario ejecutivo del Colegio de Directores, Gerardo Gama Hernández; del presidente del Colegio de Profesiones Consejeros Universitarios, Rolando Ramírez, Rodríguez. Así como de los secretarios generales de los Sindicatos de Trabajadores Administrativos (STAUAEM), José Torres Muñoz; y del Independiente de Académicos (SITAUAEM), Mario Cortés Montes.
Vestidos de blanco con un moño negro en el brazo izquierdo en señal de luto, los universitarios se congregaron en la explanada del edificio principal del campus norte y tomaron la avenida Universidad, para luego dirigirse por la avenida Emiliano Zapata e hicieron alto en las instalaciones de la Fiscalía General del Estado, donde una comisión del Consejo Universitario entregó un exhorto al fiscal Rodrigo Dorantes Salgado.
“La justicia es pareja o no es justicia. Merecerán nuestro reconocimiento cuando no quede pendiente de investigar, aprehender a los culpables, e impartir justicia en todos y cada uno de los casos en los que esté documentado un hecho de violencia contra un ciudadano (a) de Morelos. Y esto se aplica tanto de los que han sufrido la violencia en la administración actual, como en las administraciones anteriores. Cambió el gobierno, pero no el Estado; ustedes heredaron ese lastre y es su obligación enfrentarlo y resolverlo”, decía una parte del documento, en el que se señalaba que los universitarios creerán en la autoridad cuando no haya una sola víctima en Morelos a la que no se le haya hecho justicia, ni un solo criminal que no esté tras las rejas.
“Queremos, por último, que dichos criminales lo sean de verdad y que no estén en una celda, como ocurre con mucha frecuencia, unos pobres desgraciados cuyo único delito son tener un buen aspecto de sospechoso, no resistir la tortura y carecer de recursos para procurarse un abogado”.
La marcha se encaminó hacia el Palacio Legislativo en la calle Mariano Matamoros, en donde el rector Jesús Alejandro Vera Jiménez hizo entrega al diputado presidente de la mesa directiva del Congreso, Juan Ángel Flores Bustamante, de una invitación para establecer diálogo en materia de inseguridad para el 15 de mayo próximo a las 10 horas en las instalaciones universitarias, documento similar se entregó al Ejecutivo del estado.
La comisión del Consejo Universitario hizo entrega de un documento más al general de Brigada Diplomado de Estado Mayor, Sergio Ricardo Martínez Ruiz, comandante de la 24ava Zona Militar, en el que se señala que todavía, no obstante las complicadas situaciones que en estos últimos años han tenido que arrastrar, “nuestras fuerzas armadas son de las pocas instituciones nacionales que conservan su prestigio, así como el aprecio y la admiración de la mayoría de los mexicanos. No queremos que esto se pierda; no queremos que por confundir sus funciones, por actuar como fuerza policíaca, para lo cual no están preparadas, ni capacitadas, perdamos la confianza y la estima que les tenemos. Cada caso documentado en el que algún miembro del ejército o de la armada nacional aparece como responsable de un delito oprobioso, como la tortura o la desaparición forzada, es un flagelo que hiere a toda la ciudadanía y a la propia institución. Hay que evitar esto. No queremos que se siga erosionando el código de ética que regula a nuestras fuerzas armadas. No queremos que sean policías; queremos que continúen, como tan bien lo han venido haciendo, las funciones sustantivas para cuyo fin fueron concebidas: garantizar la soberanía nacional y socorrer a la población en casos de desastre”.
El zócalo de Cuernavaca se llenó de manifestantes y ahí en su mensaje el rector Vera Jiménez solicitó el esclarecimiento del asesinato del docente universitario y afirmó que: “la violencia cultural cumple la función de legitimar la violencia directa y estructural, así como de inhibir o reprimir la respuesta de quienes la sufren”.
Al terminar su mensaje depositó flores y piedras en la ofrenda instalada en el acceso principal de la Casa de Morelos como signo de protesta y de exigencia de justicia y paz social.