Los halos solares son extremadamente raros de ver en nuestras latitudes, siendo más frecuentas cuanto más próximo se esté a los polos Norte o Sur, ya que es más fácil que en estas zonas se den las condiciones atmosféricas necesarias para su observación.
El halo puede formarse alrededor del Sol o de la Luna, y se debe a un fenoméno de refracción de la luz en los diminutos cristales de hielo que forman las nubes más altas, los cirros, esas nubes con aspecto filamentoso que habitualmente anuncian un cambio de tiempo en los días posteriores a su aparición. Estas nubes altas no tienen el espesor mínimo para ocultar la luz del Sol, pero sí pueden causar fenómenos como el halo.
Un tipo especial de halo, todavía más dificil de observar, es el halo con parhelios o falsos soles. En ocasiones, los caprichos de las leyes de la óptica hacen que en el halo que rodea al Sol aparezcan dos bolas luminosas a ambos lados del mismo que parecen ser casi tan brillantes como el propio Sol (pueden ser hasta cuatro, a ambos lados, arriba y abajo). Este espectacular fenómeno, bastante raro, tiene un aspecto inquientante, casi fantasmagórico, como podéis ver en la imagen:
En cualquier caso, es importante recordar que la observación directa del Sol puede causar daños irreversibles a tus ojos, por lo que nunca debes mirar directamente, ni siquiera con gafas de sol. Es preferible que utilices medios de observación indirecta, por ejemplo usando una cámara de video o fotos que evite que tus ojos miren al Sol.