–Si suben al templete lo van a hacer bajo su responsabilidad porque hay un grupo de 100 personas que amenazaron con madrearlos si suben a dar el show –le dijo un policía municipal a Alfonso Arroyo en la cruz que forman la calle General Emiliano Zapata y Guadalupe Victoria. Eran las 7:20 de la tarde.
–Pues ustedes son los responsable de dar seguridad social a la población, así que es trabajo de ustedes. Nosotros tenemos permiso, por eso se puso el templete… –respondió Alfonso Arroyo, caracterizado de mujer y rodeado de más de cincuenta hombres vestidos de mujer y más de quinientos curiosos. “Es gente de la presidenta municipal Silvia Salazar”, diría Alfonso Arroyo, organizador del show en este año.
–¡Ayyyyy. Si no nos dejan subir, les partimos su madre! –gritó un ángel blanco maquillado y de peluca rubia.
El cardumen de viudas avanzó con menos bulla con la que había salido de la avenida Mariano Matamoros, a las 7 de la tarde, después de que cinco horas antes los hombres se comenzaran a maquillar con ayuda de alumnas de un salón de belleza en el patio del local de autolavado Hi-Man y quedaron transformadas.
Varios políticos que buscan algún cargo de elección popular, se instalaron frente a la procesión, para aprovechar la cobertura de los representantes de los medios de comunicación.
Las viudas estaban encendidas: las botellas vacías de licor y botes de cerveza y envases habían quedado en el suelo como frutos caídos del cielo.
Estaban animadas: les habían llevado una banda y cohetes para que supieran que estaban ahí, como desde hace 42 años para llorar al mal humor y abrir la entrada de la temporada de carnavales.
Las dolientes estaban inspiradas: como cada año le dirían sus verdades a los políticos: “Va a pasar a la historia/ aunque usted no me lo crea/ no por mujer presidenta/ sino por fodonga y fea…“, rezaban unos verso en el ataúd donde enmascarados llevarían al Mal humor por las calles del pueblo mientras las plañideras gimoteaban y entre ayes de dolor le daban juego al cogote con bebidas espirituosas.
En la esquina de la calle 20 de Noviembre y General Emiliano Zapata, varios policías se acercaron de nuevo a Alfonso Arroyo para decirle que aunque ya habían dispersado a los inconformes era responsabilidad de las viudas subir o no. El templete instalado frente a la presidencia municipal, en el zócalo, listo para ellas y para el difunto.
–No le conviene armar un desmadre a Silvia Salazar –dijo el diputado Arturo Flores Solorio, que minutos antes se había incorporado al contingente buscando que las luces de los medios lo iluminaran…
–Esperábamos los actos de represión después del show pero no antes… ¡Adelante! –dijo Alfonso Arroyo, y hubo gritos del viudaje avanzando hacia el templete.
Poco después de las 8 de la noche las viudas y el cajón con el cadáver del Mal Humor llegaron al templete. El zócalo estaba lleno y la gente expectante. Las viudas se presentaron como desde hace 42 años y limpiaron el camino al carnaval que iniciaría en Morelos el día siguiente.