–Tengo una fractura en ambas rodillas. Hace dos años, durante una custodia en el Hospital General me caí por unas escaleras y me fracturé ambas rodillas, luego me operaron varias veces pero no fue posible que yo sanara, que mis rodillas recuperaran movilidad y las lesiones se volvieron degenerativas. Ahora soy candidata para unas prótesis, que estoy esperando, pero faltan como cinco años porque aún soy joven y no me las pueden dar –platica la oficial, quien tiene 38 años de edad y dos hijas, una de 6 y otra de 13 años-.
–Yo, antes que me sucediera el accidente, era muy aventada. Le entraba a lo que me pusieran, recibí entrenamiento para eso y siempre me destaqué porque me gusta mucho mi trabajo –platica la policía tercero-.
Sobre las experiencias más difíciles que ha pasado como servidor público relata:
–Yo participé en el enfrentamiento del 16 de diciembre del 2009 en las Torres Altitud, donde calló Arturo Beltrán Leyva, que fue una de las experiencias más fuertes por las que yo he pasado como policía.
–La vida del policía es muy peligrosa, y la de una mujer policía es todavía más difícil: te ven menos, débil, piensan que no puedes desempeñar tu trabajo.Sales bien de tu casa y no sabes si vas a regresar ni a qué hora. Ahora imagínese a mí, mujer, madre soltera, con mis dos pequeñas. Afortunadamente después de mi accidente me siguieron dando trabajo, ya con menos acción, pero trabajando y haciendo lo que me gusta –explica la oficial con 17 años de servicio-.
Su orgullo y su razón de vivir son sus dos pequeñas.
–Ellas me ayudan mucho, son muy estudiosas. La mayor es la que más me ayuda en todo, es muy responsable y estoy muy orgullosa de ella. Yo les digo a ellas que salgo a dar la vida por la gente, para que niñas como ellas puedan andar seguras, sin miedo. Por eso arriesgo mi vida. Y a las mujeres, en general, les digo que lo que importa es el amor al trabajo y las ganas que tenga uno de progresar, y que no hay nada imposible, podemos hacer los mismos trabajos que los hombres y hasta mejor lo podemos hacer.
Un policía atraviesa el parque y le lleva comida a la oficial. La llama desde unos locales y ella le hace señas de que va para allá. Y avanza con dificultad con sus apoyos de aluminio.
Esta mujer es uno de los cinco oficiales con discapacidad que trabajan para el Ayuntamiento de Cuernavaca en diversas áreas, dos, en la calle como policías viales, dos en la oficina y ésta, que es policía de corazón. En el Mando Único hay por lo menos otros cinco oficiales, dos que han perdido las extremidades, a uno “le desprendió el dedo un mariguano”; pero continúan trabajando como policías.