Desde hace seis semanas Baruc le dijo a su tío el mojiganguero Juan Flores –José Juan Flores Carvajal– que para este año quería un soldado de la Guerra de las galaxias y le llevó uno de sus muñecos preferidos.
–Me lo trajo y conseguí el carrizo, el hilo cáñamo, el chapapote y los periódicos pegados con engrudo y comencé a trabajar, poco a poco y en mis ratos libres. Me ayudó mi cuñado y mi sobrino. Nos gastamos unos 500 pesos. Todos le metimos manos y fue tomando forma poco poco y en mi tiempo libre ya que yo trabajo como empleado en una farmacia. Ahora sólo falta pintarlo y quedará listo para el baile– dice Juan Flores, quien el año pasado hizo para su familia a Iron Man.
Juan Flores, nacido en San Antón, recuerda que cuando tenía 10 años un vecino suyo de sombre Martín lo invitó a hacer una mojiganga: Hicieron un transformer y le gustó tanto que año con año se reunían con sus amiguitos a elaborar sus muñecos para sacarlos a bailar durante la fiesta de San Antonio de Padua, patrón del Pueblo, que en esta ocasión se celebrará del 11 al 15 de junio.
El gusto por la elaboración de esta artesanía no acabó para Juan cuando contrajo matrimonio. Sigue haciéndolas –a sus 36 años– para él mismo por sus manos han pasado héroes y personajes de caricaturas clásicas y de moda. Cuando las elabora piensa en su niñez feliz, en lo que la mojiganga le alegraba la vida como a todo el chamaquerío de la privada, las hace para su hija y para sus sobrinos, uno de ellos es Baruc y ve cómo Barc y sus demás sobrinos son felices elaborándola, bailándola y compartiéndola con los demás chamacos de la privada.
Varias veces le han ofrecido que se dedique a hacer mojigangas para venderlas, hay personas que le han querido pagar para que las fabrique pero Juan no ha aceptado porque no le da tiempo y también porque prefiere hacerlas gratis para su familia.
También dice que la elaboración de las mojigangas en equipo une a los niños y a las familias, les da alegría, además es muy motivante ver cómo algo que sale de sus manos produce mucha felicidad. Es bueno para quien lo hace, para quien lo baila y para las personas que ven en la calle las mojigangas cómo se mueven.
–No quiero que se pierda esta tradición en mi familia. Esto somos nosotros como pueblo, somos de San Antón y estas son nuestras tradiciones, tenemos una identidad y mis hijas y mis sobrinos lo saben porque participan de todo esto, lo viven, así como nosotros lo vivimos cuando éramos niños y lo recibimos de nuestros padres. Espero que Baruc y mis hijas sigan con esta costumbre y que la tradición continúe por siempre–, dice Juan Flores.
En Morelos, las mojigangas son muñecos grotescos –o máscaras– que hacen su aparición en algunas fiestas populares. Llegaron a México con la conquista española, aunque algunos que saben dicen que en sus notas de viajero por Oriente Marco Polo las menciona y asegura que las vio en China y la India.