Esta innovación fue un éxito y de inmediato otros cantantes de esa compañía y de otras comenzaron a incluir ese instrumento en sus interpretaciones. La canción que incorpora el acordeón es “Libro abierto” y “Que nos entierren juntos”, seguiría algunos años después “Sin fortuna”, una canción “que me dio para que mis hijos comieran tres veces al día” relataba en sus presentaciones, en broma, el cantante guerrerense.
Esto lo cuenta su hijo Gerardo Reyes Román, abogado, representante de su padre y el amigo de mayor confianza con quien compartió más de 40 años de su vida.
"El Conejito"
A finales de los años sesentas y a principios de los setentas muchos cantantes de música ranchera y norteña incluían entre sus músicos a una acordeonista que tenía un especial estilo. A veces abría las interpretaciones o requinteaba en algunos éxitos de Gerardo Reyes. Su sonido era seda, fluía, se trataba de una totalidad que sabía a nostalgia. Cuando el acordeón saltaba a primer plano los demás instrumento casi desaparecían.
“El que tocaba el acordeón era José Lorenzo Morales ‘El Conejito’. Un invidente que participaba con otros cantantes de esa época como Chelo y Chayito Valdez. Cuando yo acompañaba a mi padre a los estudios de grabación, como ‘El Conejito’ no podía ver las partituras, ni observar las indicaciones del director artístico, alguien siempre le apretaba el hombro con las manos para darle entrada o pausas”, relata Gerardo Reyes.
En “Libro abierto”, “Sin fortuna”, interpretadas por Gerardo Reyes o “Mejor me voy”, cantada por Chelo, o “Celosa”, interpretada en le voz de Chayito Valdez, se puede escuchar la maestría de José Lorenzo Morales.
Desmenuzando recuerdos
Sentado en la misma silla que frecuentó su padre durante décadas en el restaurante Los Arcos, en el centro de Cuernavaca, su hijo lo recuerda como un hombre cariñoso y de muy buen humor:
“Era muy ocurrente, tenía el chiste justo y de las situaciones cotidianas encontraba motivo para hacernos reír”.
También fue un ser que ayudó a las personas, “sin necesidad de que su nombre apareciera en los periódicos o los medios de comunicación. Siempre traía algo en las bolsas y en el corazón para compartir”.
Reyes Román narra uno de los recuerdos más significativos que lo habitan a nueve meses de su orfandad:
“Él entraba a los escenarios y miles de aplausos lo cubrían, levantaba los brazos para recibirlos y decía ‘Gracias’. Tras bambalinas, yo miraba extasiado a mi padre, y de alguna forma también yo recibía ese amor que el público le entregaba”.
Estar y ya no estar
El 25 de febrero de este año murió el cantante Gerardo Reyes Ortiz, a los 79 años (nació el 25 de marzo en Balsas, Guerrero), como consecuencia de cáncer de hígado que le fue restando la vida; este hecho afectó mucho a su hijo:
“Tengo hermanas, pero soy el único varón. Anduve con él 30 de mis 44 años de vida. Yo era su acompañante, su representante, su manejador, su amigo. Desde muy niño íbamos a todas las giras por todo Estados Unidos y la República Mexicana. Juntos nos develábamos y eran muchas horas las que platicábamos cuando viajábamos por carretera o en avión. Teníamos una gran convivencia y nos entendíamos muy bien. Éramos hijo y padre, pero también grandes amigos. Por eso cuando falleció, a mí la vida me quitó algo muy grande. Anduve muy mal cuatro meses. No quise saber nada de sus canciones, evitaba los lugares que él recorría y a sus amigos, no lo escuché durante todo este tiempo porque todo me recordaba su presencia. Pero la vida sigue y tiene un que sobreponerse. Ahora lo recuerdo con amor, está presente en lo que soy y le doy gracias a Dios por haberme dado un padre como él”, expuso.
Las últimas
El amigo del pueblo grabó más de 60 discos de larga duración en 36 años de exclusividad en la compañía disquera CBS, ahora Sony Music Internacional.
Entre sus grandes éxitos destacan: "Se lo dejo a Dios", "Libro abierto", "Nada contigo", "Pobre bohemio", "Sin fortuna", "Cargando con mi cruz", "Ya vas carnal", "Bohemio de afición", "Rumbo al sur", entre otras.
Hizo más de 80 películas, muchas escritas, dirigidas y producidas por él mismo. Compuso más de 600 canciones, 150 grabadas por él mismo y por otros intérpretes.
Gerardo Reyes tuvo una última aparición en público el lunes 10 de noviembre del 2014, en el municipio de Huixcoltla, Puebla, en el marco de los festejos del barrio de San Martín.
“Como en todas sus presentaciones abrió con ‘Libro abierto’. Cantó con mucho sentimiento. Para mí fue el mejor ejemplo de fortaleza como artista y como padre, ya que aparte de que tenía casi 80 años se encontraba muy mal de salud por el cáncer, pero se brindó a su público y éste lo supo y lo entendió. Cerró con ‘Sin fortuna’, que fue y será un himno para los migrantes y la gente humilde que llega a triunfar. La lluvia de aplausos inundó el lugar y el corazón de mi padre, poco más de tres meses después, ya no tuvo fuerza para seguir luchando y el cáncer lo apagó”, dijo su hijo.
Murió con un deseo no cumplido
Gerardo Reyes estuvo de acuerdo con varios grupos de cantantes y trovadores de que se le hiciera un homenaje en vida, digno; que se develara un busto o se le pusiera su nombre a una plaza o a una calle.
“No hubo respuesta favorable de las autoridades capitalinas y estatales. Don Gerardo se llevó este gusto a la otra vida. Vamos a ver si en la administración que se aproxima hay quienes entiendan y vamos a plantear este reconocimiento para el 25 de febrero del año que entra en su cumpleaños”, explicó.
Temas inéditos
Gerardo Reyes dejó 15 canciones inéditas grabadas.
“Yo compuse cuatro canciones y el once temas. Las fuimos componiendo poco a poco, como un proyecto independiente que disfrutamos mucho los dos. Las grabó en un estudio que mandó construir para eso precisamente, para grabar lo que él quería y amaba. Las canciones están bien producidas y tiene su sello, esa voz única, bien timbrada, bien entonada. Vamos a darlas a conocer en su momento, porque son canciones que valen la pena que sean escuchadas por el pueblo”, dijo su hijo.
El recuerdo vive por siempre
Las canciones de Gerardo Reyes se oyen en las colonias populares, ruedan por las banquetas desde algunos bares o cantinas de Cuernavaca y todo México en donde los hombres valientes lamentan su abandono o mueren recordando a un amor desdichado.
“Sin fortuna” sigue atravesando todos los días y a cada instante las fronteras en Estados Unidos y las de centro y Suramérica.
Su hijo define esta ausencia: “Nunca más volveré a estar detrás de él, en los shows, escuchando los acordes de sus canciones su inigualable voz y los aplausos y gritos que recibe un hombre cuando canta y llega a los sentimientos del pueblo como lo hizo mi padre don Gerardo Reyes”.