Aunque el diseño de su máscara es casi el mismo, constantemente cambia combinaciones de tonos y materiales; este es uno de sus sellos personales.
Este joven guerrero es de Cuernavaca, tiene 28 años y es peso ligero. Debutó como profesional hace cuatro años, el 11 de mayo en Huitzuco, Guerrero, con la Alianza Nacional de Lucha Libre, una organización que se formó después de que fueran cerradas las puertas de la Arena Isabel.
Ha recibido reconocimientos de la Revista Luchas 2000 como Novato del año, Técnico del año, Luchador revelación, entre otros.
“Todos los luchadores te van a contestar que desde pequeños les gustaba la lucha libre y yo no soy la excepción, también desde muy chico mi padre me llevaba a las funciones. Quiso ser luchador y nunca pudo serlo, eso y mi gusto por este deporte me llevaron a elegir este camino difícil, en el cual no puedes practicar si no tienes un verdadero amor, una pasión por él”, relata.
En su taller de costura platicó que el nombre que tiene se lo puso la Alianza Nacional de Lucha Libre: “querían proyectar una pareja: Centella y Destello. Los dos entrenamos juntos y debutamos el mismo día, en la misma arena y en la misma lucha, sin embargo no funcionó la pareja. En realidad, tenía un nombre para mí, Aurus, lo saqué de un cómic en el que este personaje era el dios de los caballos o el rey de los caballos, por eso en todas mis máscaras el antifaz tiene una forma de perfil de caballo, pero el nombre no le pareció a la empresa. Yo seguí luchando como Destello y cuando quise cambiarle a Aurus el público ya me identificaba como Destello, y me quedé con él”.
También dijo que inició como rudo, pero que en 2013 cambió al bando técnico, en el que se ha sentido muy bien practicando la lucha a ras de lona y también aérea.
“Para mí el nombre Destello significa lo que vive, la vida con sus diferentes tonalidades e intensidades, el movimiento, la fuerza, los cambios. La lucha llegó a mi vida oscura como un destello”, explica.
Los rostros multiplicados
Una de las satisfacciones más grandes que ha tenido fue la de entregarle un regalo en vida a su padre Eugenio: “fue en una función y sobre el ring. Le entregué mi máscara a él porque sabía que él siempre quiso ser luchador profesional, eso para mí es muy importante. Aún conservo esa máscara. Mi padre falleció hace dos años pero se fue con ese gusto”.
Destello tiene un taller de costura en donde pasa una parte de su tiempo elaborando máscaras propias y de algunos luchadores. En junio de este año diseñó e hizo varias máscaras que se encuentran en exhibición en el restaurante La Fortaleza, en Nueva York. Se las encargó un ex luchador de Morelos que se llamaba Dragón Chino. “Le hice tres máscaras para él y como le gustaron, me dijo que yo diseñara unas para el dueño del restaurante y me puso como condición que debería ser algo muy mexicano: lucha libre y México. Las hice y les gustaron mucho”.
Dio a conocer que aprendió solo a cocer, motivado por el hecho de que tenía muchos diseños en la cabeza pero nada más él sabía lo que en realidad quería, por lo que comenzó a diseñar, a cortar y a costurar:
“A principios no me salía bien. Mi primera máscara aún la conservo. Está media chueca y mal cocida, pero yo la porté con orgullo porque yo la había pensado y la había hecho. Después con la práctica me fueron saliendo cada vez mejor y en tres años que llevo haciéndolas he logrado cierta habilidad”.
Una de las características de Destello es la gran variedad de combinaciones de colores que usa en sus máscaras propias; a la fecha lleva cerca de 25 máscaras distintas que han sido “luchadas”. Algunos de sus compañeros le dijeron que el constante cambio de colores podía confundir a los aficionados, pero no les ha hecho caso y continúa modificando constantemente los colores y materiales.
Pero, además, emplea materiales insólitos, como las argollas de aluminio de las tapas de refresco o cerveza.
Combina texturas, colores y formas, y el resultado es espectacular. Por ello Falko, el Gringo Loco, Tornado, Fuego Dorado, la Kalakita, Exagoncito, Nosferatu y muchos luchadores más le han encargado máscaras y atuendos.
Una de las máscaras que ha hecho y que más le han gustado fue la de Anubis. “Se la hice y en una ocasión se la robaron, pero como a mí me gustaba mucho, la volví a hacer y ahí la tengo”.
Destello confiesa que en muchas ocasiones ha estado dormido y ha soñado con una máscara, y se ha levantado a hacer el diseño porque cree que si no la dibuja se le olvida.
Considera que las máscara puede serlo todo para el luchador, le da personalidad, proyección. Lo vuelve temible, poderoso, impacta a los demás, por eso es tan importante conocer no sólo de lucha libre sino de diseño, costura y conocer al luchador que solicita el trabajo para que se pueda proyectar contundentemente una imagen.
Concebir, diseñar, cortar, costurar una máscara profesional lleva muchas horas y es costoso, “pero al final ves con satisfacción el trabajo que hiciste y eso definirá muchas cosas; y cuando el cliente la ve, se la prueba y le gusta, sabes que hiciste un gran trabajo. Yo busco eso, hacer grandes trabajos, de calidad, personalizadas, porque eso es lo menos que espera alguien que encarga un trabajo así tan especial”, concluye.