En el zócalo de Jojutla.
Jojutla.- El alcalde de este municipio, Alan Martínez García, junto integrantes del Cabildo y representantes del ejido de Jojutla, representado por el comisariado ejidal Francisco García Ortiz, encabezó la ceremonia cívica conmemorativa al 105 aniversario luctuoso del General Emiliano Zapata Salazar, donde se contó con la participación de los integrantes del Patronato por el Rescate Histórico y Cultural de Jojutla.
En el acto participaron la escolta de la Escuela Preparatoria Número 4, la banda de guerra Arroceros de Jojutla, así como los contingentes del Heroico Cuerpo de Bomberos y directores de área.
Los integrantes del Cabildo y del patronato presentaron ofrenda floral al monumento del Caudillo del Sur y montaron guardia de honor junto con los integrantes del ejido.
En su intervención, el integrante del Consejo Municipal de Cronistas Julián Vences expresó: “Iniciar una revolución es la misión humana más complicada que puede haber; los líderes revolucionarios pueden fijar la fecha para retomarla, pero no está en sus manos cuándo concluirla, las revoluciones sociales suelen prolongarse años. Quienes las inician suelen no salir incólumes de ese infierno porque son de carne y hueso, no de acero”.
Asimismo, resaltó que quienes participaron en la lucha armada tienen sentimientos y emociones y no pueden vivir en permanente euforia.
De igual forma, refirió que durante los nueve años que le tocaron de la Revolución, Emiliano Zapata sufrió duros golpes emocionales que mermaron su entereza.
El cronista también señaló que en 1917, el ánimo de Zapata fue seriamente socavado. En mayo se enfrentó a algo difícil de creer: la supuesta traición de Otilio Montaño, el más ferviente zapatista, autor del Plan de Ayala, y el 18 de junio de ese año asesinaron a su hermano Eufemio, el segundo al mando del Ejército Libertador del Sur, acribillado por un subordinado y traicionado por su secretario particular.
“El 10 de abril de 1919, (Venustiano) Carranza consiguió, con una celada, lo que en buena lid nunca pudo: eliminar al jefe Emiliano Zapata. Lo asesinaron a traición. Triunfó Carranza, como antes lo hizo Madero y después lo haría Obregón. Fueron esos tres vencedores de la Revolución quienes disfrutaron de las mieles del poder, pero también los tres cayeron vilmente asesinados, traicionados. Yacen los tres bajo la tumba con una pesada losa, la losa del olvido. A 105 años de esos sucesos, sólo perdura la memoria del jefe Zapata, el presunto derrotado. Su imagen quedó ilesa, las balas que lo mataron lo volvieron inmortal.
”De zapata hoy se habla en todo el mundo, y nosotros lo recordamos con fervor. ¡Viva Zapata!”, concluyó.