Anuncian una cata-maridaje para recaudar fondos.
Jojutla.- A poco más de tres meses de que se puso en operación el antiguo reloj de la parroquia de San Miguel Arcángel de este municipio, el grupo de damas voluntarias que se encargó de la reparación aún debe cinco mil pesos, por lo que realizará una nueva actividad para saldar la deuda.
Laura Camerino Huicochea, integrante del grupo denominado “Amigas del Reloj”, reseñó que el reloj de la parroquia resultó dañado con el sismo del 19 de septiembre de 2017 e incluso sus manecillas quedaron marcando la hora del suceso.
Por ello, varias amigas se propusieron repararlo, para lo cual han realizado rifas y solicitado donativos a la ciudadanía.
Tras conseguir la aprobación de la Iglesia y del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y con el apoyo del relojero Víctor Arriaga, la iniciativa rindió frutos y aunque meses después de lo programado, el reloj fue instalado y puesto en funcionamiento nuevamente en la parroquia a partir del primero de enero de este año, en la fiesta del Señor de Tula.
Sin embargo, no le han podido pagar el total al relojero. Hasta febrero aún le debían 16 mil pesos, pero en la actualidad ya son sólo cinco mil.
Por ello, las damas voluntarias llamaron a la población a acudir a una cata-maridaje a beneficio, que se realizará el próximo 18 de abril en la colonia Los Presidentes de Tlaquiltenango. De lo recaudado, una parte será para pagar la deuda.
La cata costará 250 pesos e incluirá la degustación de ensalada, bocadillo, plato fuerte y postre, con una cerveza artesanal. “Es una fusión de la cerveza con la comida”.
Mientras hacían el anuncio, un ciudadano donó mil pesos, con lo cual se redujo ya el adeudo.
Las organizadoras dijeron que esperan saldar de una vez lo pendiente y revisar la posibilidad de ponerle música al antiguo reloj.
De acuerdo con el libro del sacerdote Agapito Mateos Minos, el reloj fue instalado el 15 de septiembre de 1894, siendo presidente municipal Gregorio Leyva.
Se cree que fue el mismo cura Agapito Mateos quien lo compró y lo colocó en la parroquia. Lo trajo de los Estados Unidos y tiene ya más de 129 años de haber sido colocado.