Sin embargo, los resultados no han sido los deseados. En los últimos días se han incrementado los homicidios violentos en toda la región sur –y el estado-, en lo que se presume (y han dicho autoridades estatales) es una lucha por el territorio de la delincuencia organizada.
En esta zona sur de la entidad, se ha cometido prácticamente un homicidio por día, en lo que va de este mes; han regresado las extorsiones y también se vuelve a hablar de secuestros y robo de vehículos.
Es cierto que se ve presencia policíaca, en especial de la policía acreditable y también del ejército mexicano, pero no ha sido suficiente para erradicar la violencia, que pueda dar confianza y seguridad a los ciudadanos.
Hace unos días, un hombre fue ultimado en pleno centro de Jojutla –ocasionando lesiones también a una persona de la tercera edad-; la semana pasada un hombre fue ajusticiado en su propia casa en Tlaltizapán y varias personas, de toda condición social, han sido blanco de la delincuencia.
Nadie se salva.
Los empresarios han criticado que el “Morelos seguro”, no rinda resultados, porque toda la carga se la han dejado al ejército mexicano, cuya función no es investigar ni realizar labores de inteligencia.
Algo está pasando o sigue pasando en Morelos. Algo no está haciendo bien el gobierno, principal responsable de la seguridad. Algo que no sabemos, está ocurriendo.
El próximo gobierno, que está a 40 días de asumir el cargo, ha anunciado una mayor vigilancia, capacitación y erradicación de la corrupción en las corporaciones policíacas. El próximo gobernador ha asegurado que en 18 meses, la entidad volverá a ser un lugar seguro.
A la población le urge que regrese la paz, la tranquilidad y la confianza, no nada más para desarrollar sus actividades normales, sino para crear, disfrutar, convivir y vivir su vida.