De hecho, si pudiéramos considerar que las pasadas elecciones fueron el termómetro para calificar al Partido Acción Nacional (PAN) en el poder, tendríamos que concluir que no sólo no fue aprobado, sino más bien fue defenestrado del cargo, ya que la diferencia del candidato ganador de la contienda electoral al gobierno de Morelos, contra la del candidato del PAN, fue enorme, de más del doble.
Y qué decir de los resultados de las diputaciones y Ayuntamientos.
Peor escenario no tiene el PAN. Dominado por una camarilla que hizo de las suyas no durante seis, sino 12 años, hoy tiene que pagar el precio del desgaste, del mal gobierno y la incapacidad.
Poco se le puede reconocer a Adame Castillo, que intentó, pero no pudo. Los cambios constantes en su gabinete evidenciaron su falta de estabilidad y de dudas sobre cómo gobernar.
En la zona sur será recordado por sus obras, pero inconclusas o sin operar.
En Jojutla quedó pendiente la operación el relleno sanitario regional que costó más de ocho millones de pesos y que se deteriora ya con el paso del tiempo; también en Jojutla, y pese a que fue inaugurada por el propio gobernador –en marzo de este año–, la planta de tratamiento de aguas residuales está como “elefante blanco”, en espera de que algún día funcione. Su construcción se inició desde 2008 y se terminó este año, pero sin fondos ni estrategia de operación. Aquí se gastaron más de 12 millones de pesos.
A pesar de que el propio gobierno de MAC fue el impulsor de la implementación de los juicios orales en todo el estado, en esta región sur, y tras dos postergaciones, entraron en vigor apenas este año, pero sin salas para poder realizarlos. A nueve meses de implementados, se trabaja en salas provisionales y hoy se habla de defectos en la construcción del nuevo edificio que aún no se termina.
En Tlaltizapán se construyó una potabilizadora a costo millonario que también está en el abandono.
Y así, varias obras que pretendían marcar diferencia, se alargaron –con su elevación en el costo– y fueron terminadas, pero no están en operación.
De la inseguridad que se vive, poco se puede abonar a lo todo ya dicho, comenzando con que el gobierno estatal se resistía a solicitar la intervención del gobierno federal en el programa “Morelos Seguro”, afirmando en un principio que no era necesario, para terminar adoptándolo, pero seguir con la misma ola de criminalidad.
Marco Adame era difícil de entrevistar. Sólo cuando quería y de lo que quería hablar.
En fin, se van pues Marco Antonio Adame Castillo y todo su equipo; pero por supuesto, no se van con las manos vacías. Además de que el gobernador saliente colocó a su hijo en una diputación federal, también consiguió seguridad particular para los próximos tres años con cargo al erario.
El gobierno entrante se ve que no tiene la intención de hacer rendir cuentas al saliente, al declarar que la entrega-recepción fue “tersa”, lo que confirmaría, de algún modo, las versiones de que las relaciones de MAC con Graco Ramírez, antes de las elecciones, eran excelentes.
Los ciudadanos nos quedamos con las ganas de saber qué podíamos hacer con el poder de nuestra mirada en este gobierno.