Los pobladores refieren que se trata de una tradición heredada por sus antepasados, para festejar a los difuntos a través del ofrecimiento de ofrendas, las cuales tienen como principal característica las cruces de flor de pericón, coronas de flores artificiales y el papel picado, además del elote (preparado en diferentes formas), producto que se cosecha en estas fechas en la comunidad.
Como parte de la tradición, por la tarde-noche, los lugareños visitan el panteón para instalar sus ofrendas y decorar las más de mil tumbas que se encuentran en el cementerio, con la tradicional corona de flores artificiales, el papel picado y flores de pericón y tlapaneca, en honor a San Miguel Arcángel.
Así, durante este fin de semana, quienes tienen algún familiar cuyos restos reposan en este panteón, acuden a limpiar las tumbas, adornándolas y encendiendo velas de sebo. “Según la tradición, para nuestra comunidad este día es el día mayor para festejar a nuestros fieles difuntos; les colocamos en las tumbas las ofrendas con las velas para iluminar su camino para que durante la noche degusten de los alimentos que se ponen en la ofrenda, que son principalmente de maíz, como son los tamales dulces y salados, elotes hervidos o asados, atole de maíz, agua o la bebida de la preferencia del difunto (cerveza, mezcal, tequila, refresco u otra), así como alguna fruta de temporada”, comentaron los lugareños.
Los pobladores pasan el día 28 de septiembre en el panteón junto a sus difuntos, donde incluso llevan música para la celebración; más tarde se lleva a cabo una misa en honor de San Miguel Arcángel, en el mismo panteón.