Esta situación es un reflejo de que las políticas públicas –tanto estatales como municipales–, en materia de disposición de residuos sólidos urbanos, no tuvieron éxito en el sexenio estatal anterior.
La extinta Comisión Estatal del Agua y Medio Ambiente (CEAMA) pretendió implementar un programa que en teoría era bueno: crear rellenos sanitarios en lugares adecuados y cerrar todos los tiraderos a cielo abierto, no sólo en la región, sino en el estado.
Sin embargo, la CEAMA no contó con varios factores –la oposición de los vecinos, falta de acuerdos, forma de mantenimiento– y sólo tienen operando, con dificultades, el relleno de la región Poniente y nuevo, pero sin utilizar, el de la región sur, en Jojutla. Tampoco hubo compromiso de los municipios.
Hoy día, el tiradero en Las Carpas, en Tlaquiltenango, uno de los que más recurrentemente se incendiaban, ya está cerrado. Pero el municipio abrió otro tiradero al aire libre, muy cerca del paso de un río, al que le llama eufemísticamente “centro de transferencias”. Ahora debe pagar más por llevar la basura a un lugar adecuado, en Cuautla.
En el mismo caso está Tlaltizapán, que al inicio del trienio anunció su programa “mano dura a la basura”, que tenía la intención de separar y reciclar los desechos, pero por falta de recursos, lo dejó a medias. Ante la falta de un lugar para depositarla (cerraron el sitio donde se disponían los desechos), también este municipio creó un “centro de transferencias”, un tiradero al aire libre, pues, por el rumbo de San Rafael, y ahora tiene que pagar por recoger y trasladar los desechos, cuando antes tenía un convenio que no le generaba mayores gastos.
En Puente de Ixtla toda la basura que se acumula se deposita en el poblado de San José Vista Hermosa, también al aire libre y sin ningún tratamiento. El gobierno tenía un ambicioso proyecto de construir una planta recicladora de basura, con inversión privada, que sin embargo debió abortar ante lo que consideró su “contaminación política”.
En el caso de Jojutla, la negligencia de las autoridades, de no sanear de manera oportuna y adecuada el tiradero ubicado en el ejido de Jojutla, llevó a los ejidatarios a cerrarles el acceso para obligarlos a remediar la zona. Por esta razón, también aquí se creó otro “centro de transferencias”, sobre el libramiento Joutla-Tequesquitengo.
Según declaraciones del regidor de Servicios Públicos, el Ayuntamiento gasta mensualmente un millón y medio de pesos en el manejo de la basura. Buena parte de ese dinero es por el pago del transporte de los desechos a Cuautla. Si el gobierno de Jojutla hubiera atendido este problema a tiempo, no tendría que erogar cuantiosas cantidades de dinero para disponer de los desechos.
Lamentablemente, tampoco se avanzó mucho en la cultura del reciclaje.
A menos de dos meses de concluir las administraciones municipales, se asoma, pues, que otra vez la basura será un problema para los próximos gobiernos, que deben pensar, desde ahora, en qué hacer para que el presupuesto rinda y no se vaya a la basura.