Nacidos y cubiertos en pañales oficiales, con manchas de tinta de sellos de oficinas gubernamentales, todos y cada uno de sus privilegios y placeres salieron de los gobiernos emanados del Partido Revolucionario Institucional. Dos de ellos de edad madura, logran su primera posición electoral, el otro de más chamba en la base, apenas inicia pero su alianza más que estratégica de orígenes con aquellos, los mal ubica. Tienen manchas recientes que ni con las historias de familia revolucionaria alcanzan a cubrir, manchas que van en contra del honor que presumen y por obligación les van a revirar.
Uno pensaba que era rey y de repente…
Lo dramático en sus casos es que cuando su partido tiene más posibilidades de recuperar la administración estatal, de refrendar la capital Cuernavaca, su obstinación por la disputa de cargos electorales les obnubila uno que otro mérito, que sin duda deben tener. Por ejemplo, Gustavo Petriccioli, economista, con un pesado nombre de su progenitor que lo tuvo siempre en la vida burocrática. Es una persona que conoce de asuntos financieros, ahí está por ejemplo el préstamo de los 600 millones al ayuntamiento, que él como gente explota, seguro tuvo beneficios y fuertes. Perdió la cabeza y se puso en manos de vividores. En este momento envía a un sujeto con antecedentes especiales, supuesto empresario con denuncias al por mayor en varias procuradurías, como una cantina con sabor y olor a muerte, desde donde partió una tragedia y otra que no sabemos si pertenezca a su jefe. El tipo ese le hace al amenazador en el nombre de Gustavo, al que llama “Patrón”. Flaco favor el que le hace el extrañísimo y a veces fino chalán a su jefe.
Gustavo Junior reúne el perfil que necesitaría un gobierno estatal en las áreas de finanzas, de administración. Cuenta con antecedentes.
Lindo y cortés, este soñaba con trabajar, para ayudar…
El más chiquito de los tres –de edad, cortés para estar a modo con el cuento—prácticamente está en los albores de su carrera, es apreciado, nació con las siglas del tricolor en su frente y es salvable. Sin embargo, confundido con luchas de otros, libra todas a la vez y no libra ninguna. Da la impresión que lo que hace es solamente por obligación grupal, familiar o simple inercia- Que tiene salvación para la política, la tiene a diferencia del otro par, ya sazonados y uno de ambos llegado bastante tarde a la escena pública y como muchos que vamos en la escalera de bajada, a un paso de la tercera edad. Eso sí, Los Tres han gozado los beneficios del tan criticado priato desde la cuna, y negarlo sería como decir que el Monumento de la Revolución está en El Ajusco.
Se cayó de la cama y se puso a llorar…
Habituados al simple llamado—orden a sus jefes (así se le dice a los papás de cariño y confianza) para tener lo mismo un auto, un viaje, una fiesta o un negocio, hoy que existe competencia, que a contracorriente su partido requiere de paciencia y lealtades, se meten en el torbellino esperando, cómodos desde sus asientos de ediles en Cuernavaca, llegar al otro lado de la vorágine.
En la calle se le llama “rife” a los que se juegan todo porque se tienen confianza y conocen sus condiciones. Renuncian, no les sale la jugada, regresan al lugar del privilegio y desde ahí maniobran. A diferencia de los originales Tres Cochinitos que se conformaban con soñar, estos exigen y lo hacen fuera de tiempo. No ven que la batalla donde deben sacar todas sus habilidades está por comenzar. Visión corta, ambición larga.
Más de repente al despertar…