“La muerte solo puede causar pavor
a quien no sabe llenar el tiempo
que le es dado para vivir.”
Viktor Frankl.
Hay un proverbio japonés que dice que todos tenemos tres caras: la primera es la que le muestras al mundo. Es el comportamiento aceptado social y culturalmente. Es ese comportamiento que esperan de ti.
La segunda sólo se la muestras a los seres más cercanos a ti. A tu familia, a tus amigas y amigos. Das amor, te preocupas por los tuyos, proteges a los que quieres. De igual manera, si algo no te gusta, lo expresas. Por supuesto, también te enojas. Sólo te abres con los tuyos y dejas entrar a los más íntimos amigos y familiares. Con ellos puedes reír y llorar, dar rienda suelta a tus sentimientos porque tienes confianza. En esta “cara”, puedes mostrarte vulnerable.
La tercera cara es la que realmente eres. No se la muestras a nadie. Es lo que eres en tu interior. Nuestros pensamientos son el reflejo de lo que somos. Cada uno de nosotros es producto de sus propios pensamientos. Cada idea y pensamiento que anda dando vueltas en tu mente y cada sentimiento que tienes cuando estás sola o solo, eres tú. Sólo tú puedes interactuar e intervenir en esta fase. Es aquí cuando escuchas tu voz interior, cuando no puedes dormir o cuando tienes que ofrecer una disculpa por lo que has hecho. Aquí es cuando estás sufriendo en silencio mientras la primera cara aparenta que estás bien frente a los demás y sonríes para que no se den cuenta.
Cuando escribo, estoy conmigo mismo. Dejo fluir los sentimientos que se convierten en palabras y trato de sincerarme. Escribir es una terapia maravillosa para mí porque alivia mi espíritu. Porque hace que salgan las lágrimas del alma y también lo hace sonreír. Es parte de mi tercera cara.
Hoy me quiero sincerar conmigo. Tengo miedo. Mucho miedo. Todo lo que está sucediendo a mi alrededor es terrible. Muchas personas se han ido de este plano terrenal. Muchas amigas y amigos, muchos conocidos nos han dejado. Esta pandemia que nos ha tocado vivir nos está dando una lección muy terrible. Impactante. Incertidumbre en el futuro. Y además, ya pertenezco a ese grupo vulnerable.
Nadie creía en ella. Se decía, y se sigue diciendo, que es una manipulación de los que tienen el poder para controlarnos, que todo es una farsa. Y, sin embargo, al paso del tiempo hemos comprobado que familiares y amistades cercanas y queridas han sucumbido ante este virus maldito que nos ha tocado vivir.
Sí. Tengo miedo. Pero a pesar de eso, estoy convencido que debo tener el valor suficiente para enfrentarlo porque esto no se acaba hasta que se acaba. No voy a darme por vencido porque tengo muchas razones para vivir. Sé, como la historia del campesino que se topa con la peste a la salida del pueblo, historia que ya conté en uno de mis artículos, que el miedo, más que la enfermedad, puede atacarme y hacerme morir de eso. De miedo. Así les está pasando a muchas personas. Se dejan llevar por el temor y sucumben. Mueren, no por el virus, sino por el miedo que les envenena el alma.
Debo recordar siempre que el miedo es parte de la vida misma. Enfrentarse a lo desconocido da pavor, pero decía Nelson Mandela que, el hombre valiente no es el que no siente miedo, sino aquel que conquista ese miedo y sigue adelante.
- Clement Stone, uno de mis autores favoritos, asegura que pensar no va a superar el miedo. Lo que lo vence es la acción. No te quedes parado viendo lo que sucede. ¡Actúa! No te quedes estancado. Si te quedas ahí, parado, pasmado, cada vez sentirás más miedo.
Viktor Frankl, prisionero de la segunda guerra mundial, fundador de la logopedia como terapia y el análisis existencial, y autor del best seller “El hombre en busca de sentido”, se dio cuenta que muchos prisioneros judíos en los campos de concentración perdían la esperanza del futuro. Ellos “sabían” que se morirían en cualquier momento. Y al escribir el libro mencionado, dejo fluir sus sentimientos que lo llevaron a concluir entre otras cosas, lo siguiente: Nuestra mayor libertad humana es que, a pesar de nuestra situación física en la vida, ¡siempre estamos libres de escoger nuestros pensamientos!
En estos momentos tenemos que estar aislados. Nos sentimos abrumados, presionados, tristes, como si estuviéramos en un callejón sin salida. Pero yo prefiero escoger pensamientos positivos. Pensar que veré el futuro de mis hijos, mis familiares y de mis amigas y amigos, que los volveré a abrazar; que los proyectos que tengo en mente los voy a cristalizar y que seguiré escribiendo para preparar la publicación de mi siguiente libro. Esto me ayuda a ver un mejor futuro y a tener esperanza.
Otra de sus frases importantes, para mí, reflexiones fundamentales, dice que el humor es otra de las armas del alma en la lucha por la autopreservación. Ríete de lo que está sucediendo. No te lo tomes tan a pecho.
Y la última, por falta de espacio, es aquella que dice que el significado de mi vida es ayudar a otros a encontrar significado en las suyas. Demostrando tu altruismo y generosidad es una manera de vencer el miedo y dar confianza a los demás. Sin que esto signifique hacer a un lado los cuidados que debemos tener con nosotros mismos. Cuídate primero tú. Después cuida a los tuyos. Demuestra con el ejemplo que lo haces y pide que todos a tu alrededor se cuiden.
Sí. Tengo miedo. Pero no voy a morirme de miedo. Seguiré luchando porque hay muchas razones para seguir viviendo. y a las y los que se fueron, les digo que siguen estando en mi corazón y en mi memoria. Y también ustedes son una buena razón para seguir viviendo.
Estoy en paz conmigo mismo.