“Para cambiar tu vida por fuera
debes cambiar tú por dentro. En el momento en
que te dispones a cambiar, es asombroso
cómo el universo comienza ayudarte,
y te trae lo que necesitas.”
Louise Hay.
Hace muchísimos años escuché esta historia que quiero contarte. Ella me ha enseñado a que debo de poner a prueba todo. Absolutamente todo, sobre todo cuando tengo dudas existenciales.
Había un pueblo increíblemente maravilloso. La gente vivía muy feliz y contenta. De hecho, se consideraba el pueblo más feliz del mundo. Los días eran brillantes, hermosos y resplandecientes. Las plantas y las aves y los animales le daban tanto color a la vida, que las mujeres siempre estaban sonrientes y los hombres muy contentos. Las niñas y los niños tenían muchas razones para ser felices y cuando hacían dibujos para su escuela, todos estaban llenos de colores resplandecientes.
Toda la población vivía feliz y sin miedo. Todo era perfecto. No había preocupaciones. ¿La razón? Cada uno de los habitantes poseía un diamante. Ese diamante era TAN grande y hermoso que les daba seguridad. Eran ricos. Muy ricos. No había lugar para las preocupaciones ni las tristezas.
Sin embargo, un día se comenzó a esparcir un rumor terrible. Malicioso. Pernicioso. Se decía que algunos de los diamantes que poseían los habitantes eran falsos. Esta aseveración causó que la gente comenzara a cuestionarse sobre sus piedras preciosas. ¿Qué tal si eran falsas? Ni siquiera se lo querían imaginar. Su riqueza se convertiría en pobreza. Ya no habría razones para sentirse felices. Mucha gente comenzó a enfermarse de tristeza. Muchos no dejaban de llorar desconsoladamente. Los días ya no parecían tan brillantes. Todo comenzó a oscurecerse. De pueblo feliz, se fue convirtiendo en un pueblo triste. Oscuro.
Una joven que se caracterizaba por cuestionarse todo, y por buscar siempre respuestas diferentes para las controversias que encontraba en la vida, comenzó a buscar al viejo sabio del pueblo. Lo buscó y lo buscó hasta que finalmente, en un lugar recóndito lo encontró.
Ella le explicó que no quería ver a su gente así. Le dijo que le gustaría que la felicidad regresara a su pueblo. Que le dolía ver cómo su gente se estaba muriendo de tristeza. Le pidió al viejo sabio que le ayudara.
El viejo sabio le dijo que había una manera de arreglar la situación. Que todo era muy sencillo. Le dijo a la joven que lo que tenían que hacer era poner a prueba su diamante. Le dijo que con un marro le dieran un golpe fuerte a cada uno de los diamantes. Si no se rompe, significa que el diamante es verdadero. ¿Y si se rompe? Preguntó la joven. Bueno, si estalla en pedazos eso significa que el diamante no era verdadero.
La joven regresó al pueblo, reunió a los habitantes del otrora feliz pueblo y les dijo lo que tenían que hacer para comprobar si su diamante era genuino.
La gente comenzó a murmurar. Se cuestionaban la misma pregunta que la joven le había hecho al sabio. ¿Y si se rompe mi diamante? ¿Y si resulta que mi diamante siempre ha sido falso?
Poco a poco la gente se fue alejando de la plaza sin decir palabra. ¿Su conclusión? ¡Por supuesto que no pondrían a prueba sus diamantes! La gente prefirió seguir creyendo que sus diamantes eran genuinos. A la mañana siguiente, el pueblo despertó muy contento. La felicidad había regresado a sus habitantes. La dicha, y la alegría de la mañana y de los animales estaba presente.
Moraleja: Estos son tiempos de cuestionarse todo. Y, sin embargo, también son tiempos de decidir qué es lo que ponemos a prueba. Seguramente con la pandemia y el caos que esto conlleva, estamos viviendo con muchas incertidumbres. Yo comencé a cuestionarme si mi vida ha valido la pena. Si lo que he hecho hasta ahora ha valido la pena. Y si soy honesto, me he dejado llevar por el miedo, a veces. Pero no me he dejado vencer. La vida y lo que he hecho hasta ahora, por supuesto que ha valido la pena.
Lo que debo cuestionarme, y a lo que me debo atrever, es a enfrentar esta pandemia, a tener cuidado, a tomar las precauciones necesarias para seguir viviendo y dando lo mejor a los y las que vienen detrás de mí.
Todos los seres humanos tenemos una fecha de caducidad, el problema es que no sabemos cuándo nos toca. Pero para morir he nacido. No me dejaré llevar por el miedo. El diamante de mi paso por la vida no lo tengo que poner a prueba porque ya lo viví y tengo los resultados a la vista. No tiene caso. Pero lo que sÍ tengo que hacer es poner a prueba todo lo que estoy viviendo. No dejarme llevar por el miedo. Vivir al máximo, con mucho amor. Cuidarme y cuidar a los míos. Bailar hasta que pierda el aliento. Y marcharme en paz cuando me llegue el día.
Y tú ¿cuál de todos tus diamantes pondrás a prueba?