“La finalidad de la tragedia es
conmover y sorprender al auditorio,
pero sólo transitoriamente.”
Polibio.
Sigo recibiendo mensajes en mis redes sociales sobre la pandemia, sus efectos a terceros y, sobre todo, los peores, que son aquellos mensajes que retratan la desesperación, la angustia y la incertidumbre cuando son los familiares y las amigas y amigos cercanos que se contagian.
En junio del año pasado, recibí un mensaje vía Messenger en el que una chica estaba desesperada porque su madre había sido contagiada. No recibía noticias, no la podía visitar, y se sentía desesperada por lo que le pudiera ocurrir. El futuro se veía muy oscuro.
Finalmente, y por fortuna, su mamá salió adelante y logró vencer al coronavirus. No cabía de felicidad esta chica. Aprendió muchas cosas en ese momento, como agradecer a la vida por contar con la presencia de su mami. Aprendió que hay que aprovechar al máximo porque de otra manera el tiempo se nos va, creyendo que lo tenemos eternamente y que nunca se nos va a acabar. Aprendió que tenemos que amar al máximo y vivir con felicidad. No sirven de nada la tristeza, ni las lágrimas, si éstas se vierten por la amargura.
Así ha pasado el tiempo, y de repente, recibo otro mensaje de la misma chica en el que menciona que ahora su papá se contagió. Han regresado la incertidumbre y la impotencia, la tristeza y el desánimo. Pero ahora ella está más preparada para lo que venga.
Debido a esto, hoy quiero compartir esta historia que me enviaron. Seguro estoy que hay una lección para cada uno de nosotros que nos hará entender un poco más la pandemia que estamos viviendo.
Discípulo:
Maestro, me cuesta tanto comprender que el Padre nos haya mandado un virus tan agresivo. ¿Cuál es el propósito?
Maestro:
El Padre no lo manda. Lo permite, que es diferente. La pandemia la generó el hombre a través de la violación constante de las leyes universales.
Discípulo:
Pero algo tan malo va a generar mucha destrucción.
Maestro:
El coronavirus no es malo. Tampoco es bueno. Es necesario, que es diferente.
No existe nada malo para el universo. Si el coronavirus está presente es porque está permitido por la Divinidad, o no podría existir. La idea del bien y del mal se genera en tu mente, que juzga desde su archivo de ignorancia un suceso que en sí es neutro.
Discípulo:
Pero son tantas las personas que se están contagiando en el mundo, o se van a quedar sin tener ni qué comer. Tantos niños, ancianos, hombres y mujeres. Es muy injusto.
Maestro:
Lo injusto no existe dentro del amor universal. Eso existe sólo en tu mente, que no comprende el propósito que hay en lo profundo. Lo que sí existe es lo justo, lo preciso, lo exacto, lo correspondiente. Existe un proceso evolutivo necesario que consiste en una toma constante de información. Un ir aprendiendo a través de enfrentar las dificultades que la vida nos presenta, para que en medio del caos y del sufrimiento que se genera, descubramos el principio de amor que se encuentra en la vida misma. Y este principio de amor es el que nos irá liberando de las limitaciones humanas, y nos hará correspondientes con experiencias de mucha más satisfacción y armonía.
Tienes que comprender que a nadie le sucede una experiencia que no le corresponda. Y si le corresponde, la vivirá, aun cuando luche o se resista.
El coronavirus no es malo. Es muy bueno, ya que de él están aprendiendo muchísimas personas. Se está elevando el nivel de conciencia del planeta, al vernos en la necesidad de desarrollar grandes herramientas de amor como son la aceptación, la valoración y la adaptación. La paciencia, la tolerancia, y el respeto.
Podrá ser una prueba difícil, pero mala no es. Tú estás creciendo gracias a ella. Si dejas de ver al coronavirus desde tus temores, y lo empiezas a ver desde tu comprensión, podrás reconocer el valor que hay en él. Así podrás pasar esta prueba que la vida te está presentando.
La decisión está en ti, y para eso la vida te dio un libre albedrío. Se te concedió la facultad de tomar decisiones, y éstas serán respetadas por el universo completo. Puedes darle la opción al miedo, al orgullo y al ego. O puedes dársela al amor. La decisión es tuya. ¡Está en ti!
¿Qué decisión estás tomando? ¿Optaste por el miedo, o por el amor?
La decisión es tuya, pero tendrá un resultado, que también es tuyo, y tendrás que asumir. Si te decidiste por el miedo, generarás destrucción en tu paz, en tu energía vital, en tus relaciones y en tu salud.
Si te decidiste por el amor pasarás la prueba que la vida te está presentando, y ya no necesitarás volver a sufrir más.
Dale la opción al amor. El camino siempre es el amor.
Yo también elijo vivir a través del amor. ¿Y tú qué eliges?