"La paz viene de adentro.
No la busques afuera.”
Buda
El que esto escribe está en una época de partidas. Primero pasamos por la pandemia, y con ella se fueron algunos familiares y muchos amigos. Yo pensé que después de que la pandemia se fuera nos dejaría, me dejaría, en paz un buen rato. Sin embargo, la vida sigue. Igual pasa con la muerte. Ésta se sigue llevando gente que quiero y…duele. Duele mucho.
Entiendo que así es como debe ser, y acepto la vida, y acepto la muerte porque ambas son parte de nuestra historia. De nuestro ciclo. La muerte es una pérdida, tal vez la más grande, y que trae como consecuencia un duelo.
Lo que me trae a estas reflexiones es notar que hay muchas personas que no aceptan las pérdidas. Y no hablo sólo de la muerte, sino de las pérdidas constantes que tenemos en nuestro diario caminar por la vida. Las desilusiones, las decepciones y todo sinónimo de pérdida, tenemos que entenderlo y aceptarlo, nos van a seguir sucediendo constantemente.
Eso que nos ata a una persona o a una cosa se llama apego. El apego nos hace dependientes. Son ataduras que vamos creando. Nos enganchan, nos atan. Creemos que sin eso que tenemos o anhelamos, si lo perdemos, no sabremos cómo vivir. Las consecuencias del apego nos producen miedo y nos hacen sentir inseguros, por eso nos aferramos tanto como podemos. Sin embargo, el apego también es bueno porque nos hace sentir bien, nos produce felicidad, nos sentimos contentos, nos da bienestar. Pero nada es para siempre. Y eso es algo que tenemos que aceptar.
Tal vez, para entender mejor el tema sería adecuado hablar de la teoría del apego de John Bowlby, que dice que el niño llega al mundo con la necesidad innata de establecer apego con la figura adulta para sobrevivir y para ganar seguridad. Todos necesitamos apego. Pero al madurar, tenemos que dejarlo.
No recuerdo dónde, pero algún día leí que el desapego emocional es la actitud que podemos tener las personas para relacionarnos de una manera sana, no dependiente, con personas o con cosas. La clave de un buen desapego emocional está en la aceptación del cambio permanente de las personas y de las cosas.
Siempre debemos recordar que lo único que no cambia es que todo cambia. Por tanto, es importante aprender a vivir sin apego. El desapego no es indiferencia, no significa no tener emociones, o no ser empático, o ser egoísta, no significa que no te importe nada. El desapego consiste en no engancharse. Es ser capaz de soltar, de dejar ir, de poder separarte, de desapegarte de una relación, de una persona, de un objeto, de un trabajo. Y lo sueltas, porque no lo necesitas, o porque te hace daño, o simplemente porque lo tienes que dejar ir.
Jorge Bucay asegura que, si no aprendemos a soltar, si no dejamos ir, si el apego puede más que nosotros y nos quedamos ahí atados, pegados a esos sueños, fantasías e ilusiones, el dolor crecerá sin parar y nuestra tristeza será la compañera de ruta.
Alguna vez en esos caminos que he recorrido por necesidad o por elección, me di cuenta que lo primero que debía hacer era amarme a mí mismo. No es nada fácil, porque siempre quería una razón, quería a alguien a quien dedicarle mis acciones o con quien compartir mis logros. Vivía con una nostalgia extraña y perenne. Muchas de las cosas que hice, muchos de los éxitos que he llegado a tener han sido estando solo, cuando no tenía a nadie a mi alrededor. Y eso me entristecía mucho. Y ahora que releo mis viejos escritos e intentos de poemas, descubro ese apego.
Creo que todos los seres humanos pasamos por lo mismo. Mientras vamos creciendo, vamos experimentando nuevos sentimientos. El primer beso, el primer amor, el primer trabajo, el primer matrimonio, el primer éxito. La primera decepción amorosa, el primer despido, el primer fracaso. Todas estas experiencias nos van forjando el carácter. Algunos se quedan en el camino llorando sus pérdidas y sus fracasos. Otros sueltan todo y siguen caminando por la vida, pensando que vienen cosas mejores. Lo que pasó ya se fue. Acéptalo. Déjalo ir.
Cuando sueltas, le darás paso a la estabilidad emocional. Tienes que recordar que nada ni nadie te pertenece. Tú eres la única persona que te puede hacer feliz. Eso es lo que hace a una persona madura.
Hay quien dice que existen cuatro leyes del desapego. La primera dice que tú eres responsable de ti mismo. La segunda ley dice que vivas el presente. Acepta y asume la realidad. La tercera ley establece: promueve tu libertad y permite ser libres a los demás. La cuarta y última ley enfatiza: asume que las pérdidas van a suceder tarde o temprano.
No sé si esto sirva para ti. A mí me ha ayudado. Y mucho. Sí. Hoy se fue otro gran amigo. Y duele mucho. Pero tienes que aceptar que esto pasaría tarde o temprano. Honrémosle recordando nuestros juegos de la niñez y nuestras andanzas de esos tiempos. Después, dejémoslo partir. Eso te dará mucha paz.