"El desapego no significa amar menos,
sino librarse de las ataduras que nos paralizan.”
Anónimo
Sé que tal vez podría cansar o molestar a algunas de mis lectoras y lectores cuando menciono los comentarios y críticas que me envían, pero es que siempre recibo comentarios que me hacen reflexionar sobre lo que publico. Algunas personas, las más de ellas, me dicen que el apego es muy natural, que les es difícil desapegarse, para otros mencionan que es imposible porque de lo contrario no podrían amar como aman, pues se volverían egoístas o cínicos, o muy indiferentes.
Nada más lejano que todo lo anteriormente mencionado. El desapego no es egoísmo, indiferencia, frialdad o desdén. En mi artículo anterior mencioné que, de pequeños, la forma de establecer vínculos afectivos es a través del apego. Estos vínculos afectivos tienen como función primordial garantizar la supervivencia. De pequeños, esos vínculos nos fortalecen porque nos hacen sentirnos amados, protegidos. Según López (2009), el apego se compone de tres componentes: la construcción mental que permite establecer la relación de pertenencia e incondicionalidad, la unión afectiva que proporciona sentimientos de alegría y bienestar, y el sistema de conductas de apego focalizado en mantener un contacto privilegiado. El apego es el encargado de proporcionar seguridad al niño en situaciones de amenaza. El apego seguro permite al pequeño explorar, conocer el mundo y relacionarse con otros; bajo la tranquilidad de sentir que la persona con quien se ha vinculado va a estar allí para protegerlo. Cuando esto no ocurre, los miedos e inseguridades influyen en el modo de interpretar el mundo y de relacionarse.
Se dice que hay cuatro tipos de apegos: el apego seguro. Está caracterizado por la incondicionalidad: el pequeño sabe que su cuidador no va a fallarle; el apego ansioso y ambivalente. el niño no confía en sus cuidadores y tiene una sensación constante de inseguridad, de que a veces sus cuidadores están y otras veces no están, lo constante en los cuidadores es la inconsistencia en las conductas de cuidado y seguridad; el apego evitativo se da en los niños que han asumido que no pueden contar con sus cuidadores, lo cual les provoca sufrimiento. Se conoce como “evitativo” porque los bebés presentan distintas conductas de distanciamiento. Por ejemplo, no lloran cuando se separan del cuidador, se interesan sólo en sus juguetes y evitan contacto cercano; y el apego desorganizado es una mezcla entre el apego ansioso y el evitativo en que el niño presenta comportamientos contradictorios e inadecuados. Hay quienes lo traducen en una carencia total de apego. Lo constante en los cuidadores han sido conductas negligentes o inseguras. Se trata del extremo contrario al apego seguro. Casos de abandono temprano, cuya consecuencia en el niño es la pérdida de confianza en su cuidador o figura vincular, e incluso puede sentir constantemente miedo hacia ésta. Por esa razón el apego es fundamental en los primeros años.
Pero conforme vamos creciendo también se va dando ese desapego. Nuestros hijos e hijas van dejando de necesitarnos. Al ir madurando se van alejando de nosotros. Cada vez nos necesitan menos como padres. Y en el caso de los padres, cuando los hijos toman sus propios caminos, se da el síndrome del nido vacío, es decir, la sensación de soledad que sienten los padres, madres y tutores cuando los hijos abandonan el hogar. En el caso de los hijos, ni lo sienten, porque ellos van en busca de nuevas aventuras, en busca de su propio bienestar, en busca de su piedra filosofal. Pero los padres se quedan solos. Y hay muchos a quienes les cuesta trabajo desapegarse.
Pues, así como pasa con los hijos que se van desapegando de los padres -y no tiene nada de ingratitud o egoísmo- así debería pasar con todo lo que nos sucede en el diario caminar de la vida. El desapego emocional desde el punto de vista psicológico tiene que ver con la libertad para no convertir elecciones o deseos en necesidades vitales. Otra definición es la siguiente: El desapego emocional es la capacidad que tiene la persona de desengancharse, desvincularse y no aferrarse a algo que le genera cierta dependencia.
Esa es la parte medular desde mi particular punto de vista. Desengancharse. Esto significa, por ejemplo, que puedes tener una relación maravillosa con una persona. Las experiencias vividas, la forma de ver la vida, los gustos, el sexo más lo que quieras agregar. Pero con el paso del tiempo algo sucede y esa relación acaba. Hay alguien que se quiere ir y otro que no acepta que todo acabó. Y, perdón por la analogía, es como con los hijos. ellos se quieren ir, pero alguno de los padres no lo acepta, y, por tanto, se aferran a esa relación, tanto, que no la pueden soltar. Se ha generado tanta dependencia que parece imposible que todo tenga que acabar.
En conclusión, es importante analizarnos como adultos y entender y comprender que para tener paz interna es necesario el desapego.