"En un mundo de plástico y ruido,
quiero ser de barro y de silencio.”
Eduardo Galeano
Ayn Rand decía que las contradicciones no existen. Siempre que crea que se encuentra ante una contradicción, consulte sus premisas. Descubrirá que una de ellas está equivocada.
Algún día me puse a pensar en ello y me di cuenta que es totalmente cierto. Cuando digo “nunca tengo razón en mis reflexiones”, al hacer tal enunciado me doy cuenta que sí tengo razón. Por lo menos al decir aquella. Por tanto, la contradicción no existe. La primera está equivocada.
El hecho de ser contradictorio, no quiere decir que no se tenga razón, pues la definición de “contradicción”, tal como la establece la RAE: es simplemente una “oposición, contrariedad o antagonismo”.
Eso significa que todos, hombres y mujeres somos contradictorios y, por tanto, vivimos en contradicciones.
Y si lo analizamos todavía más profundamente, parafrasearía a Paulo Coello que afirma que “el amor es un acto de fe, no un intercambio. Las contradicciones son las que hacen crecer el amor. Los conflictos son los que permiten que el amor permanezca a nuestro lado”. Por eso en la mediación decimos que el conflicto es parte de la naturaleza humana, puesto que cada uno de nosotros ve la vida desde diferentes ángulos. Desde nuestra propia historia. Desde cómo fuimos educados.
Hasta este punto vamos bien con la reflexión. ¿Pero por qué he llegado a este punto? Tal vez no lo van a creer, pero lo que me trajo hasta aquí es esa ley contradictoria llamada “Ley que prohíbe los plásticos de un solo uso en Morelos” y que entró en vigencia el 18 de enero del 2021. Parece contradictoria, pero en realidad es una ley con sesgo.
En ella se establece que se prohíbe el uso de plástico de un solo uso como popotes y recipientes de unicel en el estado; ya sea para el consumo, acarreo, empacado y traslado de productos. Según esta ley, la finalidad es que las empresas dedicadas a la producción, venta y distribución de plásticos de un solo uso, tales como bolsas de plástico desechables, plásticos para cubrir y envolver alimentos; popotes y recipientes de unicel, conozcan los requisitos técnicos para elaborar, vender, usar y entregar productos biodegradables, compostables o que no sean plásticos de un solo uso, a través de las normas ambientales que la Secretaría de Desarrollo Sustentable pondrá a disposición para tal fin.
Todo eso parece maravilloso para regresar a lo básico, cuidar a nuestra madre tierra. Pero me cuestiono si de verdad eso será suficiente, porque si se fijan bien, estimadas lectoras y lectores, las grandes empresas y los supermercados se lavan las manos diciendo que ellos sí cuidan el ambiente, pero al pagar en cajas nos ofrecen bolsas de plástico, que, aunque sean biodegradables, tenemos que pagar. Todo esto es sólo la fachada de más negocio para las grandes empresas. Analicemos.
Las botellas en las que vienen los refrescos, por ejemplo, también son de plástico y son de un solo uso. ¿Correcto? Luego entonces, me pregunto por qué no está prohibido para las empresas refresqueras el uso de estos envases.
Cuando éramos niños los envases eran de vidrio y tenían un precio. Si ibas a la tienda a comprar refrescos, tenías que llevar tus envases, y si no los tenías, tenías que pagar el “importe”, mismo que cuando los regresabas, se te devolvía. Usar, lavar, rellenar y volver a usar. Obviamente esto generaba gastos extras a las empresas porque tenían que tener empleados para la recolección y limpieza de las botellas. Así nació la botella de plástico desechable. Terminas de consumir tu botella de agua o refresco, y a la basura. Usar y tirar. Y las empresas redujeron sus gastos.
Lo mismo pasó cuando introdujeron los supermercados. Ya lo comenté en otro de mis artículos y por otro tema. Cuando era niño, y mi madre iba al mercado, llevábamos canastas hechas de mimbre y bolsas tejidas para comprar el mandado, pero cuando llegaron los supermercados a nuestras vidas, todo lo hicieron más cómodo para el usuario. Al finalizar tus compras llevando tus productos en un carrito, te acomodaban todo en bolsas de plástico.
No creo que las grandes empresas, con todo el aparato de investigación de mercado, riesgos, movimientos y estudios de factibilidad, entre otras cosas, no se hayan dado cuenta de los problemas futuros que sus políticas de venta iban a generar. Por supuesto que lo sabían.
Ahora nos dicen que tenemos que aprender a reciclar. Y sí. Lo hacemos para que todo regrese a las fábricas en donde vuelven a producir nuevos plásticos. Pero el problema es que es más la producción que el reciclaje.
Habrá que incluir en esta ley un nuevo modelo para resolver esta situación catastrófica y obligar a las empresas refresqueras a regresar a lo básico. Y también se deben incluir a todas las demás empresas que emplean plásticos de un solo uso.
Estas medidas, poco a poco, le irán dando más vida y más cuidado a nuestra madre tierra, y, por lo tanto, estaremos construyendo un mejor futuro a los que vienen detrás de nosotros, es decir, a las futuras generaciones.
Si no lo hacemos, no creas que es la Tierra la que se va a acabar, quienes desaparecerán seremos los seres humanos. La Tierra ya ha demostrado que puede. Y cuando se enferma, busca formas de sanarse a sí misma.