"Si no tienes libertad interior,
¿Qué otra libertad esperas poder tener?”.
Arturo Graf
Desde hacía tiempo quería escribir sobre el apego. Hay mucha confusión en las diferentes páginas web puesto que se refieren al apego como algo malo. Hay sitios que dicen cosas como: “el origen del sufrimiento es el apego…”
No hay nada más alejado de la realidad. El apego tiene muchas aristas que tratar. Y es, desde mi muy particular punto de vista, fundamental para el desarrollo de una persona.
El apego tiene muchas variantes. El sitio web del gobierno de México, nos dice que: La evidencia científica ha demostrado que durante la primera infancia (de 0 a 5 años para el caso de México), se sientan las bases para el desarrollo motriz, social, emocional, cognitivo y del lenguaje. Durante esos primeros años es esencial para contribuir a la solidez de los aprendizajes socio-emocionales que las niñas y niños van a adquirir desde la primera infancia y que perdurarán hasta su edad adulta.
El apego se define como el primer vínculo que establece una niña o niño desde el nacimiento con su madre, padre o la persona que lo/la cuida, y que sirve de base para todas las relaciones afectivas que se establecerán durante el resto de su vida.
Es una necesidad biológica. Todos los seres humanos necesitamos sentirnos vinculados a otras personas para desarrollar sentimientos y emociones relacionadas con el afecto, el cuidado, la protección, el amor. Durante su desarrollo, el apego brinda a niñas y niños seguridad, confianza, refuerza su autoestima, promueve su autonomía progresiva y efectividad para enfrentar el mundo. Se convierte en ese espacio seguro y reconfortante para el crecimiento.
Muchos estudios han demostrado que la personalidad, el modo de actuar y relacionarse con los demás, el modo de gestionar y expresar las emociones, así como la futura elección de la pareja, están íntimamente relacionados con el tipo de apego que se ha desarrollado en la infancia entre los padres y el infante.
De esto se deriva que hay cuatro diferentes tipos de apegos o vínculos emocionales, puesto que todas las personas son diferentes y traen consigo un trasfondo muy particular desde pequeños.
El apego seguro está caracterizado por la incondicionalidad: el niño siente/sabe que su cuidador no va a fallarle. Se siente querido, aceptado y valorado. Los niños con apego seguro manifiestan comportamientos activos, interactúan de manera confiada con el entorno y hay una sintonía emocional entre el niño y la figura vincular de apego. No hacen un esfuerzo para unirse íntimamente a otras personas y no les da miedo el abandono. Es decir, pueden llevar a una vida adulta independiente, sin prescindir de sus relaciones interpersonales y los vínculos afectivos.
El apego ansioso es ambivalente y expresa emociones o sentimientos contrapuestos, lo cual, frecuentemente genera angustia. el niño no confía en sus cuidadores y tiene una sensación constante de inseguridad, de que a veces sus cuidadores están y otras veces no están. Las emociones más frecuentes en este tipo de apego, son el miedo y la angustia ante las separaciones, así como una dificultad para calmarse cuando el cuidador vuelve.
De adultos, el apego ansioso-ambivalente provoca, una sensación de temor a que su pareja no les ame o no les desee realmente. Se da una dependencia emocional con la otra persona.
En el apego “evitativo”, los pequeños han asumido que no cuentan con sus cuidadores, lo que les provoca sufrimiento. Los bebés presentan distintas conductas de distanciamiento. Las constantes han sido conductas de sus cuidadores que no han generado suficiente seguridad, el menor desarrolla una autosuficiencia compulsiva con preferencia por la distancia emocional.
La despreocupación por la separación puede confundirse con seguridad, se ha demostrado que, estos niños presentan signos fisiológicos asociados al estrés, viven sintiéndose poco queridos y valorados; muchas veces no expresan ni entienden las emociones de los demás y por lo mismo evitan las relaciones de intimidad. En la edad adulta, se producen sentimientos de rechazo de la intimidad y dificultades de relación.
El último tipo de apego es el apego desorganizado. Es una mezcla entre el apego ansioso y el evitativo. Hay quienes lo traducen en una carencia total de apego. Se trata del extremo contrario al apego seguro. Casos de abandono temprano, cuya consecuencia en el niño es la pérdida de confianza en su cuidador o figura vincular, e incluso puede sentir constantemente miedo hacia su cuidador. De adultos suelen ser personas con alta carga de frustración e ira, no se sienten queridas y parece que rechazan las relaciones, si bien en el fondo son su mayor anhelo. En otros casos, este tipo de apego en adultos puede encontrarse en el fondo de las relaciones conflictivas constantes.
El tipo de apego que una persona haya desarrollado en su infancia será la forma de ser y relacionarse que tendrá en el futuro.