"La confianza en la figura de apego
es la base de una personalidad
estable y segura”.
John Bowlby
Como dije en el artículo anterior, la forma de apego que haya desarrollado una persona en su infancia será la forma de conducirse y de relacionarse con otras personas en su estado adulto.
Los estudiosos del tema dicen que "los niños tienden, inconscientemente, a identificarse con los progenitores; y en consecuencia, a adoptar, cuando ellos mismos se convierten en padres, y al relacionarse con otros, agregaría yo, las mismas formas de conducta de las que ellos fueron testigos durante su infancia (...)
Por consiguiente, la herencia de salud o enfermedad mental transmitida por medio de la microcultura familiar no es menos importante (y tal vez no lo sea mucho más) que la herencia genética".
De todas las formas de apego que mencioné en mi artículo anterior, el apego seguro o sano, el apego ansioso o ambivalente, el apego evitativo y el apego desorganizado, es el apego sano, por supuesto, del que todos los padres y madres de familia, deberíamos de ser conscientes y, por tanto, tratar, al máximo, de desarrollarlo en nuestros hijos.
Sin embargo, nadie nos enseña a ser padres. De hecho, nadie nos enseña cómo relacionarnos con los demás mientras nos vamos desarrollando en las diferentes etapas de nuestras vidas. Las más de las veces, al relacionarnos con los demás, justificamos nuestro comportamiento diciendo que “así somos y que así seguiremos siendo”. Vamos caminando por la vida tratando de imponer nuestra forma de ser sobre los demás a una de las partes. Y cuando tenemos una relación de pareja se tiende a imponer la voluntad de uno sobre el otro, dándose una relación de poder y no de amor.
Hay muchas personas que dicen que las relaciones siempre serán conflictivas. De hecho, como mediador, puedo decir que eso es verdad. El conflicto es parte del ser humano debido a que, cada uno de nosotros tiene sus propias opiniones, ideología, formas de ver el mundo, sistemas de creencias, formas de relacionarse, y, por consecuencia, todo ello puede chocar con al relacionarse con los demás. Por eso es importante, también, desarrollar formas de gestionar el conflicto.
En el tema específico de las relaciones entre dos personas actualmente en boga es el de las relaciones tóxicas, en el que la dependencia emocional trae como consecuencia uniones que no resultan sanas ni permiten un verdadero crecimiento personal a las partes. Por esta razón, es importante reivindicar una libertad y una independencia que, aun cuando debe ejercerse en el seno de toda relación, no debe invisibilizar que el apego emocional no siempre tiene por qué ser tóxico.
La buena noticia es que si hemos desarrollado un apego sano, bien entendido y compartido, la relación con nuestra pareja será mejor, con tendencia a ser más duradera y estable. Una relación de pareja será más llevadera y sana si se tiene con una persona que no tiene miedo a ser abandonada y es capaz de manifestar sus emociones sin recurrir a chantajes emocionales o acciones torcidas emocionalmente.
La dependencia emocional es natural, pero no debe ser malinterpretada. El apego sano deja ser, hay espacio para la libertad, a los proyectos personales, no hay necesidad de control ni ansiedad ante la ausencia de cualquier tipo como no contestar mensajes o llamadas. El apego emocional seguro da paso a relaciones más sanas y fuertes. Sus características, de acuerdo a los expertos, son:
Existe un marco afectivo que permite expresar pensamientos y emociones con total confianza y comodidad; cada miembro de la pareja es independiente pero no temen mostrar que se necesitan y se complementan con naturalidad; la empatía, el respeto y la asertividad permiten que las dos personas puedan mostrarse vulnerables sin temor; existe la habilidad para resolver los problemas juntos, sin reproches, buscando la manera de mejorar y salir reforzados; y, por último, las dos personas son capaces de ponerse límites, el uno al otro y consigo mismos. Y lo más importante, son capaces de respetarlos. Los límites bien hablados y consensuados evitan dinámicas invasivas, tóxicas o dominantes.
Comencemos con nosotros mismos. Esto traerá como consecuencia el desarrollo de la autoestima, mejores relaciones con los demás, y nos dará paz interna. Paz personal para implementarla en nuestras relaciones como comunidad.