"La paradoja de la condición humana
es que no podemos convertirnos en
nosotros mismos más que
bajo la influencia de otros”.
Boris Cyrulnik
Boris Cyrulnik tuvo una vida muy difícil y traumática en su infancia. Sus padres murieron durante la segunda guerra mundial, y a través de sus vivencias fue creando sus teorías y desarrollando el tema de la resiliencia.
Cada vez que lo leo y releo, estoy más de acuerdo con él. Me reconozco en él y en sus teorías. En su libro “Me acuerdo… el exilio de la infancia” cuenta el regreso a su pueblo natal después de más de cuarenta años de estar lejos. Ese pueblo que lo vio sufrir en su niñez escapando de la muerte. Su madre se vio obligada a dejar a su pequeño hijo encargado con su abuela hasta que, después de un año, es detenido a causa de una denuncia. Sólo tenía siete años. Afortunadamente logra escaparse y, con ayuda de una enfermera logra desaparecer. Y así, logra, también, escapar al arresto, a la deportación y a la muerte gracias a esa capacidad de rebeldía y de insumisión que encuentra en otros niños que se han enfrentado, como él, a situaciones extremas.
El pequeño Boris, a partir de esas experiencias traumáticas, comienza a cultivar el humor, la ironía y la burla para no mezclar el recuerdo del sufrimiento con el pensamiento consciente.
Hago un paréntesis: es verdad que una persona resiliente cuenta con estos elementos y desarrolla un enorme sentido del humor. En mi caso lo llevo a mi forma de reírme del propio sufrimiento, Lo que hace que, al no tomar en serio una situación difícil, pueda tener una perspectiva de que, en algún momento las cosas cambiarán para mejor.
La propia voz de Boris lo confirma diciendo: “¡Siempre me ayudaban porque me pasaba todo el tiempo haciendo payasadas!”. En su libro “Los patitos feos” dice que: <algunos niños obligados a la metamorfosis consiguen superar su situación porque, privados de sus padres, inspiran en los demás ganas de ayudarlos. Los traumatismos de la primera infancia, aunque puedan ser de una formidable destructividad, también pueden despertar estrategias de supervivencia que poseemos en nuestra memoria ancestral>.
Como lo mencioné en el artículo anterior, todo mundo ha pasado por crisis, por situaciones difíciles o traumáticas. Las crisis son parte de la vida. Tenemos crisis evolutivas o de crecimiento. Todos al ir caminando por la vida vamos llegando a estadios de cambio personal, disyuntivas sobre las que tenemos que reflexionar para ir evolucionando. Sin embargo, también tenemos crisis inesperadas: la muerte de alguien importante para nosotros, una enfermedad inesperada, la pérdida de un trabajo, una ruptura de pareja, una pandemia como la que hemos vivido recientemente y que no se ha ido del todo... Ante estas situaciones críticas que tenemos, solamente hay una de dos opciones: dejarte vencer y desarrollar el sentimiento de fracaso y de impotencia por no poder salir adelante o puedes tomar la opción de sobreponerte, crecer y salir fortalecido de esa situación crítica. Mi opción: yo apuesto por la resiliencia.
Es importante resaltar que “resistencia” no es lo mismo que “resiliencia”. Hay personas resistentes y que son grandes “aguantadores” pero que pueden terminar rompiéndose en las crisis. Las personas resilientes hacen lo mismo que una palmera cuando se encuentra a merced de un fuerte viento: se repliegan, se doblan, pero al final de la tormenta vuelven a su posición original. de hecho, consiguen una mejor versión de sí mismos.
El estudio de la resiliencia ha demostrado que existen características que una persona resiliente desarrolla para enfrentar las crisis. Estas son algunas de ellas: son conscientes de sus potencialidades y limitaciones; son empáticos; viven el presente; son compasivas; confían en sus capacidades; asumen las dificultades como una oportunidad para aprender; ven la vida con esperanza; no intentan controlar las situaciones; son flexibles ante los cambios; construyen fuertes vínculos con los demás. Buscan ayuda cuando lo necesitan; y desarrollan un sentido del humor excepcional. Recuerda: hay que sonreír cuando la vida no nos sonríe.
Los tiempos han cambiado y si antes, como lo mencionó alguna vez Boris Cyrulnik, se reían de su historia o no le daban importancia, “lo que me ha devuelto la palabra es el cambio cultural de los años ochenta… me era imposible hablar de lo que había vivido porque la gente se reía de mi historia y no creían lo que les contaba… la cultura ha alentado la negación, pero en 1985, se dio un cambio cultural. La sociedad le devolvió la palabra a alguien que, como yo, había vivido esas experiencias traumáticas.”
Como colofón al tema expuesto, diré que, por eso considero que se tienen que estudiar las causas de la criminalidad. Hay que preguntarse si estos infractores han vivido situaciones extremas que los han llevado a cometer ilícitos y, si así fuera, el estado debe considerar otras políticas adecuadas para la sanación y reincorporación social de dichos infractores. Entre ellas, programas de desarrollo de la resiliencia.
Y no sólo para ellos. Todas las personas necesitamos, en un momento dado, desarrollar estas estrategias para vivir en paz con bienestar.