La geoingeniería podría ser la solución al cambio climático. O no. Se trata de llevar los alcances de la tecnología a su extremo para manipular los sistemas de la Tierra. ¿Ya te dio miedo?
Primero, hay que establecer qué es. Según www.ecologistasenaccion.org, “la geoingeniería es la manipulación tecnológica deliberada, a gran escala, de los sistemas de la Tierra –los océanos, los suelos y/o la atmósfera–, incluyendo los relacionados con el clima”. Según Wikipedia, “la geoingeniería o ingeniería climática es una propuesta que surge de las teorías científicas que abordan el problema del cambio climático, formulando técnicas especialmente desarrolladas para influir en el clima terrestre estipulando como su propósito combatir el calentamiento global”.
¿Suena interesante y factible? Sí, es interesante, ¿pero factible? No estoy tan segura. La geoingeniería suele ser presentada como un remedio en cuanto al cambio climático, lo cual parece fantástico. Sin embargo, los procesos involucrados para manipular el clima pueden causar graves daños colaterales e impactar negativamente los frágiles ecosistemas. Es imperativo realizar muchas más pruebas antes de intentar algo permanente. Las propuestas incluyen acciones que no parecen posibles, tales como, por ejemplo, el desvío de corrientes oceánicas, o bloquear la luz del sol, o incluso blanquear las nubes para reflejar la luz solar, entre otras. Suenan como ideas aptas para usar el Día de los Inocentes o para películas de ciencia ficción…
Como bien sabemos, el tema del cambio climático es muy polémico. Se buscan soluciones permanentes para mitigar las consecuencias del cambio climático y así es como nace la geoingeniería. La Universidad de Harvard va a lanzar un globo estratosférico que rociará una cantidad pequeña de partículas que reflejarán la luz a la estratósfera. Como sea, la idea implica riesgos enormes que causarían potencialmente severos impactos negativos al medio ambiente.
Ya hemos comprobado que somos incapaces de dejar de utilizar petróleo, o de mejorar el sistema de transporte público utilizando sólo vehículos eléctricos o híbridos, o de invertir lo suficiente en energías alternativas… Esa lista es muy larga. La verdad es que la temperatura global está aumentando cada vez más y la situación es crítica. Debido a esto se buscan alternativas viables y la geoingeniería ofrece posibilidades que antes no parecían posibles. Lo que me preocupa a mí es el daño que pueden causar si no están probadas adecuadamente. Como la escasez de agua, que ya causa conflictos en ciertas partes del mundo, la geoingeniería podría hacer lo mismo. Lo que un grupo de científicos lleva a cabo en un país puede impactar al mundo entero… y para siempre.
¿Debemos o no jugar con los ecosistemas? Con esta tecnología, ¿estaríamos acercándonos con aún mayor velocidad al desastre global? ¿Es la única opción que nos queda?
Hemos avanzado mucho en el tema de la ecología, pero cada paso adelante que tratamos de dar es acompañado inevitablemente por errores, disputas, ignorancia, desprecio y –francamente– estupidez. La geoingeniería no es la respuesta, sino meramente un paliativo. Nos queda aún mucho por hacer.
Mientras tanto, tomemos este Día de Muertos para acompañar no sólo a nuestros familiares y amigos que ya no están con nosotros, sino también al planeta Tierra. Los difuntos ya no tienen que aguantar lo que estamos experimentando actualmente todos los días. Por mi parte, estoy contenta que mi madre no tenga que ver en qué estado está hoy nuestro planeta.