No es la primera vez que México sufre una sequía de estas proporciones. La última tuvo lugar en 1997, pero también ocurrió en 1957, 1969 y 1989. Sin duda los estados de Sinaloa, Chihuahua y Durango han sido los más afectados, donde la deforestación ha contribuido a los bajos niveles de precipitación y almacenamiento de agua en los acuíferos. “El proceso está influenciado por la deforestación, porque si no hay árboles, hay menos escurrimientos subterráneos, la infiltración se reduce y, al comprimirse, hay menos recarga en los acuíferos”, nos informa Carlos Escalante Sandoval, de la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Es un hecho que la situación en el norte del país afectará a todos los ciudadanos porque, sin las cosechas esperadas, el maíz, la tortilla, el frijol, los jitomates y muchas otras verduras y cereales tendrán que ser importados de otros países. La pérdida en el ramo de la ganadería ha sido terrible hasta la fecha; entonces tendríamos que importar carne también. Por supuesto, estos productos tendrán un precio elevado, lo cual nos afectará a todos.
Se dice que la Secretaría de Agricultura tiene un presupuesto para ayudar en esta situación, al parecer unos 11 mil millones de pesos. No sé cómo se va a gastar ese dinero ni en qué, pero quisiera sugerir una inversión en una nueva tecnología, que bien podría terminar con los terribles problemas actualmente experimentados por la agricultura mexicana.
Me refiero al hallazgo del ingeniero químico mexicano Sergio Jesús Rico Velasco, del Instituto Politécnico Nacional, quien ha desarrollado un sistema de riego denominado lluvia sólida, el cual aumenta casi 20 veces el rendimiento agrícola en zonas áridas. Su tecnología innovadora utiliza una fórmula de poliacrilato de potasio --que tiene una consistencia parecida al azúcar-- que atrapa las moléculas de agua, formando así un gel que se adhiere a las raíces de las plantas y las mantiene hidratadas. Según pruebas llevadas a cabo en cultivos de maíz en el estado de Jalisco, la lluvia sólida dio maravillosos resultados en comparación con el sistema de riego tradicional, aumentando el rendimiento por hectárea de manera muy significativa. El producto puede ser utilizado en cualquier tipo de cultivo, no sólo en pastos o bosques sino también en alimentos. “La lluvia sólida es un sistema de riego que, a diferencia de otros como el de goteo y cintillo, es el único que emplea agua en estado sólido; los resultados son extraordinarios porque la raíz se mantiene húmeda por varios meses, y se rehidrata en repetidas ocasiones con las precipitaciones”, explica el Ing. Rico.
El concepto del vital líquido en forma sólida es tal vez difícil de imaginar pero las personas que han visto los resultados por sí mismos reconocen la importancia de este descubrimiento. Se han llevado a cabo otras pruebas en los poblados de Perote, Veracruz; La Piedad, Michoacán, y Topilejo, en el Distrito Federal, no tan lejos de nosotros. Además, en el extranjero, en la India, se ha visto el éxito del producto aplicado a sembradíos de papaya, mango, cacahuate, algodón, trigo y palmeras de coco.
La lluvia sólida es fácil de transportar y no genera desperdicio. Su rendimiento es excelente, ya que un kilogramo del producto sirve para gelatinizar 500 litros de agua. La tecnología no tiene nada en su contra, todo lo contrario. Además, les comparto la maravillosa noticia de que el Ing. Rico ha sido nominado al Premio Mundial del Agua por el Instituto Internacional del Agua en Estocolmo en reconocimiento a su gran descubrimiento.
El trabajo de nuestros investigadores es fenomenal y este descubrimiento extraordinario responde específicamente a la sequía extraordinaria que aflige a México. Ojalá esta tecnología pueda ser aplicada rápidamente en los campos sinaloenses, chihuahuenses y duranguenses.
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