Desde el pasado 8 de diciembre un grupo de investigadores y académicos emprendieron un viaje desde el punto más sureño de Nueva Zelanda. La expedición, conocida como el Australasian Antarctic Expedition 2013-2014 (ver toda la información en esta liga: www.spiritofmawson.com), sigue los pasos de la primera expedición de 1911-1914, o sea hace 100 años, dirigida en aquel momento por el geólogo australiano Douglas Mawson. Bajo las peores condiciones imaginables, Mawson fue el único que sobrevivió a esa primera expedición. Es cierto que la Antártica es una de las últimas regiones inexploradas de nuestro planeta, más que nada por sus condiciones climáticas: las bajas temperaturas, los fuertes vientos, el peligro permanente del movimiento del hielo y de los icebergs, por mencionar algunas cuantas. Es una región poco conocida de cerca que abarca un área enorme del polo sur. La nueva expedición asume el reto y la esperanza de seguir el trabajo de Mawson, utilizando los datos registrados por él como un punto de comparación para así monitorear la salud de la Tierra. Están observando, midiendo, descubriendo, para dar testimonio de los cambios que se están produciendo en este ambiente tan remoto, único y prístino.
Entre las muchas cosas que están investigando durante la expedición está el plástico. Medir la incidencia, la cantidad y el tipo de plástico es el objetivo en este caso, como resultado de la terrible costumbre del ser humano de echar sus residuos plásticos al mar. Con el tiempo el plástico se rompe en pedazos pequeños, hasta llegar a un tamaño milimétrico, y esto es lo que los científicos están observando para saber de dónde viene, medir su tamaño, darse cuenta del tipo de plástico, etcétera. Estos pedazos minúsculos pueden flotar, siguiendo las corrientes de los océanos durante miles de años. Su impacto sobre la vida marina es, por supuesto, totalmente negativo.
Están midiendo también la temperatura del mar. La gran diferencia entre esta expedición y la de Mawson es el uso de la tecnología. Para medir la temperatura Mawson tenía que utilizar un termómetro sencillo, tomando lecturas a diario; hoy, los científicos utilizan un equipo sofisticado que mide la temperatura superficial y a profundidades de manera constante, arrojando datos todos los días y a cada hora. Es importante observar la temperatura del mar porque cualquier incremento en su temperatura, les avisará de la posibilidad del derretimiento de las capas de hielo de la Antártica. Las capas son tan inmensas y tan gruesas que si se convirtieran en agua el nivel del mar aumentaría globalmente más de 50 metros, lo cual sería catastrófico.
He estado leyendo los reportes publicados por los representantes de los medios de comunicación a bordo del barco, quienes acompañan a los científicos. Fue el pasado 24 de diciembre que nos llegó la noticia que el barco, llamado Akademik Shokalskiy, había quedado atrapado en el hielo, poniendo fin al avance hacia su destino. Otros barcos ofrecieron su asistencia y empezaron a acercarse a los intrépidos de la expedición, pero sin éxito porque ellos también quedaron amenazados por el hielo. Ya había mencionado qué tan difíciles son las condiciones en la Antártica y con esta noticia se confirma que la región sigue siendo increíblemente hostil. Finalmente, el día 2 de enero fueron movidos los científicos y los medios de comunicación, dejando a sólo 20 tripulantes en el Akademik Shokalskiy para esperar mejores condiciones. Mediante un helicóptero operado por pilotos chinos, los miembros de la expedición fueron trasladados a un barco australiano llamado el Aurora Australis. Por el momento su viaje quedó suspendido, pero no se ha cancelado. Su progreso dependerá del comportamiento del hielo.
Pasar Navidad y Año Nuevo en el barco atrapado en el hielo ha sido muy difícil para los miembros de la expedición. Sin embargo, la ciencia sigue y los datos obtenidos tendrán mucha relevancia. El apoyo que han recibido de parte de la comunidad internacional ha sido extraordinario, lo cual ha sido posible sobre todo gracias a la tecnología. En esta situación es muy interesante contemplar el esfuerzo de Mawson hace 100 años, que no contaba con nada sofisticado más allá de un radio. Él sí aguantó y sobrevivió a condiciones iguales para llevar a cabo una expedición que fue de suma importancia en términos científicos. Seguiremos pendientes del avance de la expedición actual y veremos si la Antártica de veras quiere revelar sus secretos…
¡Feliz año nuevo para todos!