Los vórtices polares son ciclones que obviamente traen consigo mucho frío, no calor. Se anunció que en Canadá, en la provincia de Winnipeg, la
temperatura alcanzó a ser más baja que en Marte y las temperaturas experimentadas en los Estados Unidos, también llegaron a bajar a niveles nunca antes imaginados. 31 ºC bajo cero, por ejemplo, es
sumamente extremoso pero con viento se siente aún peor. Para la gente que se atrevió a salir a la calle, el peligro fue exponerse al riesgo de congelación de sus extremidades.
Al mismo tiempo, en el hemisferio sur de nuestro planeta, en Argentina para ser exacto, la gente estaba experimentando demasiado calor gracias a temperaturas extraordinariamente altas. Sin duda el calor -aunque diferente del frío- es igual de peligroso, sobre todo por la amenaza mortal de deshidratación. Simultáneamente, en Australia las
temperaturas subieron mucho más de lo normal, arriba de 43 ºC y más, lo cual no sólo causa problemas para los habitantes, sino también para los animales. De hecho, en el estado de Queensland, se calcula que unos 100,000 murciélagos cayeron de repente del cielo, muertos o agonizando. No tuvieron la capacidad de soportar las altas temperaturas y la tarea para la gente local fue deshacerse de ellos. Al parecer, ver tal cantidad de murciélagos caídos fue impactante y el olor terrible.
Mucha gente todavía se niega a creer en el calentamiento global o que somos nosotros los responsables por los raros acontecimientos climáticos que estamos experimentando alrededor del mundo. Estas personas dicen, con una gran sonrisa al ver tanto hielo y tanta nieve en
Canadá y Estados Unidos: “¡Vaya, mira! ¿Cómo es posible esto del calentamiento global si hay tanto frío y tanta nieve?” Pero es que actualmente los patrones del clima mundial se han vuelto cada vez más impredecibles, lo cual repercute sobre los precios de los alimentos básicos y amenaza la diversidad biológica, todos los ecosistemas y hasta la vida misma para ti y para mí. Pero todo esto no tiene importancia para las personas que viven negando la realidad, que dicen que el cambio climático es fruto de nuestra imaginación así como el
calentamiento global, y que todo es normal.
Si la vida actual fuera normal, ¿por qué sería necesario equipar a miles de abejas con un chip de radiofrecuencia para monitorear sus movimientos? Científicos australianos están tomando tan en serio la desaparición de las abejas (un fenómeno alarmante que ocurre en todos los países del mundo actualmente), que la única manera para entender por qué es mediante chips desarrollados específicamente para ser colocados en las abejas. A través de sus hábitos y desplazamientos, serámás fácil saber de una vez por todas si la disminución de estos insectos polinizadores tan cruciales para la permanencia de nuestra vida sobre la Tierra, se debe a los químicos utilizados en la agricultura. Recordemos que se atribuye a Einstein haber dicho: “Si la abeja desapareciera de la superficie del globo, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida, ya que sin abejas no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres”.
Si algunas personas entre los lectores, el día de hoy todavía no creen en el cambio climático, me atrevo a decir que sólo con los ejemplos citados en esta nota, resulta muy evidente deducir que no están pensando bien.
Nuestra responsabilidad es garantizar la polinización de las abejas en números suficientes para que permanezcamos aquí y con salud. Nuestro deber es actuar para proteger el medio ambiente a como dé lugar y no contribuir a un mayor desastre. Por eso tenemos que decirle “no” al plástico, frenar la fracturación hidráulica, parar las minas abiertas y poner todo nuestro empeño en el desarrollo de energías renovables.
¿Será que tendremos que esperar el día que empiece a nevar en Cuernavaca? No es tan loco pensar así, ya que el clima hoy en día es totalmente impredecible.