Cuando la lluvia empieza a caer al inicio de la temporada sentimos alivio y nos da gusto. Decimos: “qué bueno que está lloviendo por fin, ¡qué rico!”. Con cada tormenta vemos cómo el campo cambia de color, de seco a vivo, de café a verde, de apagado a exuberante. Contemplamos la lluvia cuando cae con más y más fuerza y tratamos de entender su enorme poder. Es fácil olvidar que su llegada impacta nuestras vidas con tal fuerza, aunque casi todos los días tenemos que lidiar con el agua pluvial. Sí, nos da vida pero, si no la sabemos tratar con respeto y prepararnos para su llegada, también es capaz de quitarnos la vida.
Cuando la lluvia es un diluvio vemos qué tan rápido se convierte en charcos, corrientes y ríos que corren con fuerza, implacables, buscando la salida más fácil.
Cuando la lluvia persiste las cantidades son tales que nos amenazan con inundaciones y posibles desastres.
Cuando la lluvia produce niebla o granizo, hasta nieve en el Popocatépetl, tenemos más pruebas de su versatilidad y de las formas distintas del agua.
La lluvia es parte de nuestras vidas: es lo que nos mantiene vivos en nuestro planeta Tierra. Es importante mantener limpios los ríos y los arroyos, las barrancas, las calles y los caminos, los drenajes y las tuberías para dejar pasar el agua libremente, evitando los espacios de encharcamiento o inundación. El agua siempre busca el camino más fácil y cuando no lo encuentra es cuando empiezan los problemas de inundación.
Como sabemos, los nombres de los huracanes siguen el alfabeto. Este año ya hemos tenido tres huracanes importantes a la fecha: Amanda, Boris y Cristina. Los tres han afectado a los estados de Chiapas, Oaxaca, Guerrero, entre otros, además de nuestro estado de Morelos. Nosotros recibimos lluvia gracias a los ciclones, tormentas y huracanes, aunque es preocupante que estemos siendo golpeados por tantos huracanes tan temprano en la temporada. Faltan todavía muchos meses y esperemos que no haya ninguno que sea tan desastroso como otros que nos azotaron en temporadas pasadas.
Los ciclones y los huracanes son los que muestran por excelencia el poder extremo y enorme de las lluvias. Según el sitio web www.definicionabc.com un huracán es “un movimiento de masa de aire a gran velocidad que se origina en regiones tropicales. Básicamente es un conjunto de tormentas que giran en torno a un centro de baja presión causando vientos y lluvia. En el hemisferio norte, este giro es contrario al giro de las agujas del reloj, mientras que en el hemisferio sur el giro es igual al de las agujas del reloj. Estos fenómenos pueden extender su duración por hasta dos semanas y tienen vientos que superan los cien kilómetros por hora”.
Vivimos en un país donde los huracanes nos pueden llegar por el Pacífico, el Atlántico o el mar Caribe. Por lo tanto, es muy posible y hasta probable que lleguen más huracanes este año y con ellos mucha más lluvia para gran parte del país. Esperemos solamente que sean leves este año, que la lluvia que nos traigan sea compartida en todas las regiones donde más la necesiten y que todos nos beneficiemos de ella.
A final de cuentas, la lluvia es agua y el agua… es vida.