Entendemos muy bien lo que ese verbo quiere decir en estos casos, pero cuando hablamos del mar, de los océanos, como entidades rotas, no es tan fácil entender el significado. En dicho caso, el verbo se parece más a destrozar o quebrarse; en tal caso, podemos afirmar que los océanos están rotos. Ahora explicaré porqué.
Existen varias razones del por qué los océanos que cubren gran parte de la Tierra están siendo destrozados. Aquí mencionaré las tres principales: la primera es la cantidad enorme de basura que termina contaminando los mares; la segunda tiene que ver con los pescadores y su manera descontrolada de pescar, lo que afecta negativamente las poblaciones de peces; y la tercera es la mala calidad del agua, contaminada por desechos humanos, industriales y plaguicidas.
Cada bolsa de plástico que tiramos, cada residuo que no reciclamos, cada objeto grande o chico acaba siendo depositado en el suelo desprotegido, en los ríos y las barrancas, en el aire y en el mar. Tantos pedazos de plástico y otros materiales, algunos minúsculos, trazan un camino hacia el mar y flotan en la superficie del agua por años y años, y más años. Por lo tanto, al juntarse por las corrientes marinas esos pedazos y esas bolsas y demás objetos, terminan formando parches muy extensos de basura que se mueven con las mareas y las olas. Nunca desparecerán, sólo aumentarán su tamaño con la llegada de más y más basura. La situación es crítica. Esas zonas o parches de basura, ya visibles desde los satélites y vistos por los barcos que pasan a proximidad, son zonas totalmente muertas donde la vida de la flora y la fauna marítimas ha sido impedida, por completo. Las personas que han visto esos parches, desde barcos o yates, dicen que es la cosa más triste, ser testigos de la estupidez y el egoísmo humanos. Dicen que son zonas totalmente silenciosas, sin señales de vida: ya no tienen peces y por lo tanto no hay pájaros tampoco. Los sonidos que asociamos con el mar, los graznidos de las gaviotas, su vuelo mágico, ya no se oyen ni se ven por ningún lado. Los delfines y otros animales marinos brillan por su ausencia. Considerar la posibilidad de hallar un buen pez para comer no es una opción: ya no hay peces en estas inmensas zonas muertas.
Muchos pescadores comerciales salen en búsqueda de peces específicos, que valen mucho, como lo es el atún, por ejemplo. En lugar de dirigir su esfuerzo con el único fin de agarrar dicho pez, los pescadores practican su profesión empleando rastras y redes de arrastre de fondo, con las que atrapan cualquier tipo de pez o planta. Al sacarlos al aire, mueren todos, por supuesto. Lo terrible es que están matando miles y miles de muy variadas especies de peces sólo con el fin de afianzar los atunes. De hecho, tiran de regreso al mar los demás pescados ya muertos. Las autoridades internacionales han prohibido el uso de esas redes, pero en muchos casos no existe un control y la gente hace lo que quiere. Las redes de arrastre están destruyendo grandes áreas del suelo marino, así como también los arrecifes de coral, y por lo tanto el daño consiguiente es tremendo. Provocan con sus acciones un desequilibrio anormal de las especies de peces y mucha destrucción en general de la vida marina.
Los océanos siempre han sido recipientes de las aguas negras desde siglos atrás. Los ríos que corren hasta el océano también contribuyen a romper los mares, con aguas negras y grises que reciben continuamente de los pueblos y las ciudades. También reciben las escorrentías que consisten de agua mezclada con productos químicos y fertilizantes nocivos, entre otros residuos relacionados con la agricultura y las industrias, así el coctel tóxico que resulta, es altamente contaminante. Todo esto llega al mar afectando por supuesto la calidad del agua y causando problemas para la flora y la fauna marina.
No tengo espacio para entrar más a detalle aquí, pero se entenderá que el mar está siendo destrozado simple y sencillamente debido a nuestras acciones. De nuevo somos los culpables, los principales responsables por esta situación tan crítica. Los océanos están rotos, literalmente. Espero que ahora se entienda el uso puntual de este verbo tan fuerte. Día a día estamos rompiendo, destruyendo y violando los océanos y poniendo así en riesgo un ecosistema vital de nuestro planeta, que jamás se recuperará.