La industria del agua por supuesto conoce mucho éxito, pero las consecuencias son preocupantes y la Red Mexicana de Acción por el Agua (www.freshwateraction.net) trabaja para “promover el acceso a servicios de saneamiento y al agua de calidad y en cantidad por medio de la participación ciudadana en procesos de toma de decisión en torno a la planeación y diseño de políticas hídricas”. Su trabajo es de suma importancia dado que estamos consumiendo 234 litros de agua embotellada por persona al año, lo que representa más del doble de lo que consumen los estadounidenses (110 litros). El volumen representa el 13% de las ventas mundiales de agua embotellada. El costo del agua, en este formato, es fenomenal y representa un fuerte golpe para las familias de recursos limitados: se habla de una cantidad de entre $1,800 y $2,000 pesos por familia al año gastados en la compra de agua embotellada.
El Poder del Consumidor (http://elpoderdelconsumidor.org) estima que durante 2009 fueron desechadas más de 7.8 millones de botellas de plástico PET de agua en presentaciones no retornables, lo cual causa enormes problemas en el manejo municipal de la basura. Este plástico es reciclable pero sólo un 20% apenas llega a ser reciclado; el resto se convierte en un foco de contaminación ya que la degradación del PET genera desechos tóxicos. Este problema se agudiza considerablemente si también tomamos en cuenta los refrescos: se trata de una generación de más de 71 millones de envases al día de agua embotellada y de refrescos.
Antes, no tomábamos tanta agua. Ahora, los jóvenes siempre tienen una botella en la mano. De la misma manera, llevamos botellas en el coche o en la bolsa, rellenándolas si tenemos una conciencia ecológica o tirándolas a la basura o a la calle si no. No importa cuál sea nuestra práctica personal, lo que es preocupante de hecho es el contenedor, o sea la botella de plástico PET. Vivimos en un país donde hace calor casi todo el año y las botellas que se calientan empiezan a soltar químicos, en particular el bisfenol-A (o BPA). En cantidades pequeñas no nos hacen daño pero si seguimos tomando tanta agua embotellada quién sabe qué nos pasará. Lo cierto es que no es saludable. Los envases no sólo se calientan dentro de los coches; se calientan también en los camiones de carga en su largo camino a las tiendas y los refrigeradores.
Lo que debemos hacer es apoyar los esfuerzos de la Red Mexicana de Acción por el Agua para implementar las políticas públicas correspondientes, para ofrecer agua en lugares como escuelas, oficinas y espacios públicos a través de bebederos. Lo que también se ignora es que la calidad del agua embotellada no es tan diferente del agua que sale de la llave. Lo que deberíamos hacer es mandar analizar el agua de la casa a un laboratorio para comprobar su calidad o, de ser económicamente posible, instalar un filtro o un purificador de agua en casa para el consumo seguro de agua potable.
Tomando en cuenta todos los factores – costo altísimo, enormes cantidades consumidas, desechos incontrolados, bajo nivel de reciclaje, químicos tóxicos, la gran cantidad de petróleo utilizado en la fabricación de las botellas y las emisiones de carbono producidas por el proceso total – es fácil llamarle un cuento de horror. No permitas ser manipulado por las promesas de los productores de agua: el agua es el agua y nada más. Es un líquido que sale de la llave y que cuesta realmente poco. ¿Estás seguro que el agua embotellada que consumes es más limpia y más pura que el agua que sale de tu llave?
Piensa en las 1,500 botellas de plástico PET tiradas cada segundo alrededor del mundo y deja de comprar un producto que realmente no necesitas. Requerimos del agua para vivir, pero… ¿en estas condiciones y a este precio?