Los teléfonos celulares y las computadoras no existían entonces y en la mayoría de los hogares los dispositivos eléctricos de uso diario eran la radio y la televisión (una sola), la estufa, la plancha y la lavadora que utilizaban energía eléctrica como hoy, pero en cantidades mucho menores. Por ejemplo, el tiempo dedicado a escuchar la radio o ver la televisión era muy corto. Además, casi nadie tenía lava trastes ni secadoras de ropa.
Comprábamos la carne, el queso y la mantequilla, las verduras y la fruta a granel y todo se empacaba en el momento en papel encerado o en bolsas de papel estraza. Todo mundo tenía una bolsa de tela o una canasta en donde guardar sus compras. Nadie utilizaba bolsas de plástico porque todavía no habían invadido nuestro mundo. Tomábamos el agua directamente de la llave, ya que el concepto de agua embotellada ni siquiera entraba en nuestras mentes.
Las bebidas como la leche, el refresco o la cerveza se vendían en botellas de vidrio, todas retornables para su re-utilización. La comida que sobraba se consumía el día siguiente o era depositaba siempre en la composta. Los periódicos se utilizaban para cubrir libros de texto o para hacer artículos de papel maché, o también servían para encender el fuego en las chimeneas o los calentadores de las casas. El papel estraza también tenía mucho uso más allá de su propósito inicial de envolver sándwiches, entre otras cosas. Todo tenía un uso adicional y era totalmente normal y automático pensar en su reciclaje.
Nuestro consumo de energía eléctrica era mucho menor, no sólo en el caso doméstico sino también en las empresas. No existían muchos edificios altos que hoy requieren tanta energía para calentar y enfriar sus espacios dependiendo de la época del año. Existían escaleras mecánicas mayormente en el metro de Londres y también en tiendas departamentales. Hoy la cantidad de energía eléctrica que se necesita para impulsar elevadores y escaladores es enorme.
Es cierto que éramos más saludables porque caminábamos a todos lados, andábamos en bicicleta, de niños jugábamos afuera, siempre estábamos fuera buscando qué hacer, pues los X-Box, las computadoras y los teléfonos personales no existían todavía.
Yo creo que una de las diferencias más importantes es que aún no dependíamos tanto del petróleo y por tanto del plástico, y no teníamos que decidir qué hacer con los empaques, bolsas, plumas, todo tipo de dispositivos eléctricos, entre muchas otras cosas que hoy existen y que están hechas de plástico. Hoy todas esas cosas terminan su vida útil en la basura. Nuestras vidas hace 50 años eran más sencillas, libres, saludables y ecológicas, sin duda alguna.
Sin embargo, existían problemas desde entonces, en particular debido al alto consumo del carbón. Se utilizaba en todo tipo de industria, para generar energía eléctrica, para calentar las casas, para impulsar los trenes, entre muchos otros fines. Los altos niveles de emisiones de carbono al ambiente debido al consumo de carbón se volvieron alarmantes, contribuyendo seriamente a los grandes problemas de contaminación del aire, sobre todo en las grandes ciudades como Londres.
Los avances tecnológicos que vivimos han sido emocionantes y extraordinarios. La vida empezó a complicarse, a acelerarse, a ofrecernos oportunidades nunca antes imaginadas. Es muy desafortunado que a la vez no desarrolláramos una conciencia ecológica para aprender desde el principio cómo proteger el medio ambiente, para controlar el consumismo y el materialismo de tal manera que nuestras tierras y nuestros océanos no se llenaran de basura, principalmente de plástico, un derivado del petróleo que se presentaba en su momento como la respuesta a todos nuestros problemas.
¿Culpable? Sí, lo soy, como todos nosotros quienes hemos contribuido a la situación que hoy vivimos. La vida moderna nos ha dado mucho; la bondad de la Tierra nos ha servido para lograr mucho. Ya nos toca regresar a la Tierra lo que hemos aprovechado. De hecho, necesitamos dar más de lo que hemos tomado. Yo, al igual que ustedes, ahora hago mi mejor esfuerzo por proteger el medio ambiente. Porque todos somos responsables… y culpables.