Este preocupante reporte, publicado en El Financiero (www.elfinanciero.com.mx) el pasado 4 de marzo, nos dice que “los habitantes del área metropolitana respiramos 180 mil toneladas de sustancias contaminantes al día, equivalentes a 6.5 kilos por persona, lo cual ocasiona un alto número de muertes por enfermedades respiratorias agudas, según cifras de la Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud”.
Al parecer, el aire contaminado –que por su aspecto distinto vemos con mucha trepidación al bajar por la autopista rumbo al DF– contiene hasta 120 diferentes sustancias contaminantes y cualquier persona en la gran ciudad respira este ‘coctel’ todos los días. El resultado más serio es que contribuye a un gran número de muertes por enfermedades respiratorias agudas e influenza. En 2010 hubo 1,148 muertos; en 2014 el número aumentó a 3,018. Hay otras instituciones que discuten estos números. Por ejemplo, el Health Effects Institute (HEI) tiene un estudio que habla de una cifra más alta. Afirma que “20,500 mexicanos perdieron la vida de manera prematura por causas asociadas a la contaminación del aire en 2010”.
Siempre es difícil conocer los números exactos, pero el caso es que el problema de los contaminantes del aire está cada vez peor. Son compuestos de gas o partículas, algunos de alta toxicidad. Según el reporte en El Financiero “destacan gases, metales y compuestos como el plomo, metanol, benceno, tolueno, xileno, mercurio, cromo, níquel, arsénico inorgánico y otros, emitidos por la industria, el transporte, los servicios y los hogares”. También existen “contaminantes biológicos generados a partir de material vivo o en descomposición; por ejemplo, moho, esporas, plagas, partes de insectos, restos de piel humana o animal… “.
Todo este ‘coctel’ (por no usar otra palabra más negativa) que llega a nuestros pulmones causa muchos casos de gripa, bronquitis, neumonía y asma, entra otras enfermedades. Cada vez que visitamos el DF, entonces, inhalamos esos contaminantes que dañan nuestra salud. Sin embargo, no podemos evitar visitar la ciudad, por muchas razones y, claro, no podemos evitar respirar mientras que estamos allí. Al estar allí, no pensamos en nuestra respiración, porque el aire no sabe a nada, no duele, no se ve, y parece inocente. No podríamos estar más equivocados…
Es interesante observar que al mismo tiempo de la publicación de este reporte la International Energy Agency (www.iea.org) ha anunciado que las emisiones de dióxido de carbono derivadas del sector energético a nivel global no aumentaron en 2014, por primera vez en 40 años. Potencialmente ésta sería una buena noticia. Sin embargo, vemos que la situación de la ciudad de México no ha contribuido a esa reducción y sigue representando un enorme problema para sus habitantes. En junio habrá más detalles sobre las emisiones y la IEA ofrecerá soluciones y recomendaciones a los gobiernos, para seguir adelante con una política general de reducción de emisiones. Tenemos que estar pendientes de las acciones que se tomarán en el Valle de México, porque sí es una situación muy urgente… y nos afecta a todos.