El gobierno federal demostró ayer que no existe intención rectificadora, por lo que sigue es el proceso de adaptación a la nueva expectativa.
Eso no debe implicar la aceptación, porque hay caminos alternos para realizar una presión incluso jurídica que permita aliviar el desastre.
Sin embargo, forzar la situación al extremo perjudica a los que menos tienen, a cambio de que unos cuantos pesquen provechosamente en el río revuelto de la agitación social.