Los transportistas que finalmente cancelaron su amenaza de bloquear los accesos a Cuernavaca seguramente esperan que la ciudadanía agradezca su enorme “generosidad”. Los dirigentes de ese gremio han perdido el contexto de las cosas y creen que ellos y sus causas son vistos con simpatía, cuando además de las constantes pruebas de que los usuarios no les interesan, aún está fresca su actitud en el llamado “gasolinazo”, cuando diferentes grupos sociales se les unieron a sus protestas por el alza de los combustibles, pero se quedaron colgados de la broca porque los transportistas finalmente obtuvieron un desmedido aumento en la tarifa que los mantuvo contentos, a costillas de quienes usan el servicio.
El que permitan el libre tránsito está lejos de ser un favor, sino apenas una muestra más de que se han ganado a pulso el desprecio que la población siente por un grupo de beneficiarios de prebendas que se siente intocable.