Tristemente, la realidad se ha encargado de demostrar la justeza de los ríos de tinta gastados por esta casa editorial en señalar desde hace más de un año las fallas (tan evidentes) de llamado paso exprés.
Esta casa editorial no sólo le dio voz a la multitud de afectados en cada una de las etapas de construcción, sino que transmitió opiniones argumentadas sobre el enorme peligro que esa obra revestía, por incumplir las normas de construcción, por la mala calidad de los materiales, la improvisación de los trabajos y la protección descarada de las autoridades federales a la empresa constructora.
Los de ayer no fueron los primeros decesos provocados por la obra, pero sí los que más repercusión han tenido.
Resulta lamentable que la autoridad federal culpe a un drenaje viejo y a la Naturaleza de los terribles daños provocados por la negligencia y ya corrupción.
La afectación no sólo la sufren cientos de miles de personas en Morelos, sino que llega hasta las poblaciones más importantes del estado de Guerrero y a la actividad turística del país.
Es obvio que hay responsables con nombre y apellido (encubridores incluidos) y parece que ha llegado el tiempo de retirarles ese escudo protector que ayer costó otras dos vidas.