Los daños causados por los defectos del Paso Exprés se siguen acumulando. No sólo fue la lamentable pérdida de vidas humanas la noche que se abrió el socavón, sino la acumulación de tiempo perdido, gasolina consumida inútilmente, el cese del flujo de paseantes y muchas más cosas que aparecen día a día.
Los intentos para eximir de culpa a la empresa responsable son evidentes, pero los morelenses pagamos el alto precio de errores criminales que han terminado por dañar –entre muchas otras cosas- las carreteras estatales y las calles de varias ciudades.
Esperemos que todo eso no termine saldado con la tradicional impunidad.