Los daños por el sismo comienzan a incentivar la creatividad nacional e incluso local.
Diferentes organizaciones y grupos se han dado a la tarea no sólo de idear, sino de construir albergues con materiales básicos para evitar que los damnificados sigan a la intemperie.
La llegada del otoño (y el incipiente frío) y la persistencia de la temporada de lluvias agravan las penurias de las decenas de miles de personas que repentinamente se quedaron sin hogar.
Aunque se requiere concluir el periodo de demolición y limpieza de los predios afectados, el hecho de que ya se pongan en marcha ese tipo de iniciativas arquitectónicas e ingenieriles habla de que los mexicanos somos capaces de enfrentarnos exitosamente a la adversidad.
Eso garantiza que saldremos fortalecidos de la dura prueba.