Es entendible la preocupación de los padres de familia ante la prolongada suspensión de clases a raíz del terremoto del 19 de septiembre.
Sin embargo, lo que debe prevalecer en esta coyuntura es la seguridad. Por ningún motivo puede ponerse en riesgo la vida de alumnos y maestros.
Una revisión a simple vista no garantiza la seguridad de un inmueble. Los profesionales de esa rama son insuficientes para revisar el extenso daño y no queda más que ser pacientes.
Nada justifica el reclamo airado, ni mucho menos las agresiones a directivos.
Lo más racional es seguir a a la espera de la opinión calificada.
Todo será en beneficio del alumnado.