Es entendible el chasco que los visitantes reciben, pues muchas veces se han trasladado de países lejanos para admirar nuestro portentoso pasado y no pueden acceder a el.
Lo mismo puede requerirse de enormes inversiones para rehabilitar esos lugares, o quizá en alguno sólo falta la participación ciudadana.
Habría que analizar tal cosa, porque no debemos descartar que en lugares como Tepoztlán quizá el trabajo comunitario pudiera repetir el milagro que se 3viviò en Chiapas, donde sin ninguna ayuda gubernamental los vecinos de unas famosas cascadas restablecieron el cauce del río y con eso reactivaron la maravilla que atrae a ciento de miles de visitantes y da vigor económico a esa región.
En Morelos, si fuera el caso, seguramente podríamos hacerlo.