Por lo menos dos veces al año acostumbraban movilizarse, lo que significaba cerrar carreteras y secuestrar autobuses y vehículos de reparto de mercancías, los cuales saqueaban.
La última ocasión que lo hicieron fue cuando colocaron un retén carretero para exigir cooperación a los automovilistas, pero el atropellamiento de varias alumnos (que causó muertes y heridas) hizo que dejaran por varios años esa práctica, en un intento exitoso para que sus líderes escaparan de la responsabilidad penal que el caso implicaba.
Ahora han regresado a las andadas: para conmemorar una de sus fechas, desde el viernes secuestraron tres autobuses y pararon el tráfico para exigir dinero.
Ayer afectaron la vialidad en Cuautla y hasta el momento han salido impunes de las consecuencias de sus actos.
Sin embargo, con el conocimiento de lo que han sido capaces de hacer, suena lógico que la autoridad intervenga (siempre dentro del marco de la ley) para frenar esa belicosidad y regresarla a las aulas, donde tiene que cumplir su única responsabilidad, la de prepararse para ser profesionales de la educación.