Los popularmente llamados ojos de agua de Cuauchichinola son cuatro manantiales que daban vida a un balneario e irrigaban una importante superficie agrícola en tres municipios.
El sismo del 19 de septiembre los ha secado y los afectados apuestan a repetir el proceso que se usó después del sismo de 1985 que también los afectó. Sin embargo, en esa ocasión trascurrió más de un lustro antes de que se recuperara el nivel de líquido necesario.
Hoy existen mejores técnicas geológicas para el fin que se persigue, no sólo allí sino en los otros sitios cuyos manantiales que se quedaron sin agua a raíz del catastrófico temblor.
Aunque los ejidatarios que reactivaron las cascadas de las lagunas de Montebello en Chiapas sin necesidad de gastar los veinte millones de pesos que había presupuestado su gobierno siguen siendo el mejor ejemplo de que cuando se quiere se puede, los afectados por la pérdida del caudal deberían recurrir a quienes disponen de la técnica necesaria, porque lo que está en juego son actividades productivas básicas, como la agricultura.