Los diputados han reformado la Constitución local para tratar de que sus reformas transexenales aprobadas en la oscuridad de la noche queden inamovibles.
El endurecimiento de los requisitos para modificar la carta magna apuesta por dificultar cualquier cambio, pero pone en entredicho la ética de las modificaciones agregadas en las últimas horas del último periodo ordinario de sesiones.
Pero ni siquiera una acción de ese tipo impide que de aquí al 30 de agosto se realicen nuevos cambios a las leyes o se hagan nombramientos sin consenso, pues se puede convocar a algún periodo extraordinario de sesiones para esos aviesos fines.
Es difícil que un simple llamado a la reflexión puede modificar el oscuro rumbo que el Congreso local ha tomado desde hace tiempo.