Se entiende el reclamo de los transportistas que van en pos de un incremento en la tarifa del servicio que prestan, pero no se entiende su cerrazón a ver la realidad de los usuarios: no ha habido incremento de salarios y cuando eso ocurra no se espera que sea significativo, al menos no en los porcentajes que quieren incrementar el pasaje.
Aunque no lo quieran reconocer, los concesionarios del transporte público han gozado de una lata rentabilidad, debido en parte a que no invierten en cumplir con lo que marca la ley, porque la autoridad del ramo no se los ha exigido.
Sin embargo, no están dispuestos a hacer grandes sacrificios, aunque griten a los cuatro vientos lo contrario.
El 99 de sus ingresos provienen de sus usuarios cautivos, personas que no tienen otra opción para transportarse pero que tampoco tienen ingresos crecientes.
En pocas palabras, aunque el alza en los combustibles les dan pretexto, los transportistas deberían mantener sus ya elevadas tarifas, por el bien de la sociedad.