Las grietas causadas por la mala operación de los dirigentes locales del partido Movimiento de Regeneración Nacional han tenido repercusión en todo el país y parece que buscan afectar la imagen de quienes gobernarán a partir del primero de octubre.
Sin embargo, las causas son muy claras, pues ha sido la inexperiencia por un lado y por el otro la lucha de clanes morenistas lo que llevó a perder a ese partido a varios legisladores, que cambiaron de bando como respuesta a lo que consideraron imposiciones.
En el Congreso, la bancada de Morena no pudo contrarrestar la experiencia legislativa del PT, que a través de su dirigente se apoderó de las plazas directivas y terminó por excluir al morenismo.
Pero esas causas internas, mal explicadas, provocaron una tormenta que por su mediatización llegó a ser nacional y que en nada ayuda a la unidad del bloque que recibió el apoyo del electorado morelense.
Las esperanzas ciudadanas fueron claramente depositadas en la coalición Juntos Haremos Historia, cuyas políticas esperan sean las aplicadas en los próximos seis años. A eso deben dedicarse los partidos políticos que formaron la coalición.