Es condenable, por cualquier lado que se le vea, la actitud asumida por el secretario de Gobierno en su comparecencia ante el Congreso. En una democracia, el Poder Ejecutivo está sujeto a controles y contrapesos, que quizá en Morelos no son suficientemente enérgicos, pero deben cumplirse.
El funcionario se retiró de la sesión como si estuviera por encima de la autoridad legislativa. Corresponderá a los diputados tomar las acciones pertinentes para hacerle saber que no es así, aunque los extrañamientos y otros actos irrelevantes no ayudarán mucho.
Por lo pronto, el funcionario omitió responder y con sus evasivas ha creado el escenario para dudar de sus afirmaciones acerca del quehacer gubernamental.